En el Finisterre de una verdadera“okupación”

En el Finisterre de una verdadera“okupación”
05 agosto 2011 a coruña.- el ayuntamiento asegura que solo un juez puede echar a los "okupas" de santa gema

El caso del edificio Residencial Finisterre podría interpretarse como una demostración de que la justicia no es igual para todos: las fuerzas de asalto de la Policía Nacional entraron en el inmueble abandonado justo un mes después de que los chabolistas procedentes de Penamoa se instalarán en él. Sin embargo, ya había una pequeña comunidad okupa en uno de los portales, el número 2. Durante dos meses los jóvenes habían permanecido allí, realizado modificaciones en los pisos y practicado un empalme con la red eléctrica general para obtener energía sin que hubiera habido intentos serios para desalojarlos.

Estas comunidades se guían por  manuales que les permiten retrasar la expulsión varios años

Pero en realidad, lo que refleja esta diferencia de actitud es la falta de práctica de las familias gitanas de Penamoa de cómo actuar en estos casos. Es decir, que lo que hicieron las unas 50 familias de Penamoa en Residencial Finisterre fue ocupar, y no “okupar”. Uno de los letrados que defiende a algunos de los antiguos chabolistas, Pablo Arangüena, explica que ellos reconocieron haberse instalado en sus pisos porque estaban vacíos: “Por lo que la jueza entendió que era un delito flagrante de usurpación”.

Esto no le hubiera pasado jamás a los okupas, que saben cómo explotar los huecos del sistema contra el que luchan. De hecho, el grupo que llegó primero a Residencial Finisterre colgó en al puerta un extracto del “Manual de okupación” en el que advertía de sus derechos legales y mantuvo el portal siempre cerrado, de manera que la Policía jamás pudo entrar en él, sin una orden, mientras que el caso de los chabolistas, elaboró un dossier de 400 páginas con las personas identificadas.

Santiago Hervella, que defendió al grupo que ocupó la famosa Casa das Atochas (desalojada hace un año) explica que es habitual en casos parecidos que se trate de crear “una duda” que obligue a las autoridades a emprender un proceso para descubrir la verdad: “Puede que digan que el dueño les permitió quedarse allí o que existe un contrato verbal”.

Con esas artimañas como base para una defensa legal, se puede retrasar mucho el desalojo. El de la Casa das Atochas tardó tres años y está pendiente el de Palavea, donde subsiste un inmueble “okupado” . Se trata del antiguo internado femenino de Santa Gema, que el mes pasado cumplió un año desde que se convirtió en un centro social se realizan actividades: proyecciones, cocina vegana, títeres, teatro y conciertos.

“En realidad, según la ley no importa a qué clase de actividad se dediquen dentro del edificio”, aclara Arangüena. Sin embargo, el mismo letrado admite que el juez competente valora la alarma que transmite en el vecindario la existencia de okupas. Y como el Ayuntamiento recordó insistentemente, muchos de los chabolistas de Penamoa eran sospechosos de haber traficado con drogas.

También existieron otras circunstancias, como el hecho de que hubiera un único propietario, la promotora, lo que evitó un desalojo piso por piso. Pero lo cierto es que no se les desalojó del edificio de A Silva por traficar (la Policía Nacional niega que eso sucediera) sino por no se negaron a seguir el libro: ya fuera el Código Civil o el “Manual de okupación”.

En el Finisterre de una verdadera“okupación”

Te puede interesar