El presidente de Área Obelisco lamenta que los ladrones actúen con impunidad en los comercios

El presidente de Área Obelisco lamenta que los ladrones actúen  con impunidad en los comercios
en el lugar del atraco del miércoles conviven hasta cinco joyerías en unos pocos metros patricia g. fraga

A última hora de la tarde de ayer, los calabozos de la comisaría de la Policía Nacional en Lonzas todavía aguardaban por el atracador que consiguió escapar con el botín del robo de la joyería Ragil, en la calle del general Mola. Su compañero, que fue capturado gracias a los esfuerzos de cinco comerciantes, en particular de José María Gil, dueño de la joyería Olmos, ya pasó a disposición judicial. Según fuentes policiales, ambos son delincuentes habituales y bien conocidos por las autoridades, por lo que esperan dar con el fugitivo en un corto plazo de tiempo. “Seguro que lo atrapan en quince días –coincidió Antonio Amor– pero no sirve de nada porque tres días después están en la calle”. El presidente de la asociación de comerciantes Área Obelisco y también joyero considera la acción de los comerciantes de la zona, que persiguieron a los ladrones por la calle “una consecuencia normal de la sensación de impunidad con la que actúan”.

Sin embargo, no considera que la responsabilidad sea de la Policía Nacional, “a los que se les ve y están”, sino del sistema judicial que los deja en la calle a pesar de acumular docenas de antecedentes. “A esta gente la conocían. Entraron en el local a cara descubierto. Debieron pensar ‘si me sale bien, estupendo, y si me sale bien estoy en la cárcel con cama y comida gratis tres días y luego estoy fuera’ y así es normal que lo intenten”, opinó el portavoz de los comerciantes de la zona, que manifestó su convencimiento en que el botín no se va a recuperar: ¿Cómo no va a salir detrás de ellos la gente? Éste es mi cocido y tengo que defenderlo, porque si no, no como”.

 

Agresión a la dueña

Algo parecido pensó la dueña de la joyería cuando salió detrás de los atracadores, que habían entrado en su establecimiento minutos después de las cinco de la tarde con gorros con orejeras y guantes blancos. Después de llevarse las piezas más valiosas del escaparate se dieron a la fuga y cuando ella los siguió, uno de ellos se volvió y de un golpe la tiró al suelo.

Ambos llevaban pistolas de fogueo y uno, además, un cuchillo, pero eso no disuadió a José María Gil de perseguirlos, o a Javier Hernández, de Foto Blanco, que salió de su local justo cuando lo hacían ellos de la joyería. Aunque fue Gil quien consiguió detener a uno de los asaltantes, recibió la ayuda de los dueños de un estanco, una tienda de discos y un hostal cercanos. Hernández persiguió al segundo hasta que le falló un tobillo y tuvo que dejarlo ir. Su intervención les valió el reconocimiento de la Policía Nacional en un comunicado aunque algunos agentes consideran que fueron “temerarios” porque no sabían que las armas eran de fogueo.

 

El presidente de Área Obelisco lamenta que los ladrones actúen con impunidad en los comercios

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