El ojo privado contempla un futuro muy oscuro

El ojo privado contempla un futuro muy oscuro
fã©lix santos es uno de los detectives mã¡s veteranos javier alborã©s

En A Coruña existen 12 despachos de detectives privados, casi el doble que en cualquier otra ciudad gallega. De hecho, en la comunidad solo operan 56 detectives, así que es difícil explicar por qué una concentración tan grande de ellos lo hace en esta ciudad. Los propios investigadores señalan que, a la hora de recurrir a un sabueso privado, los particulares y las empresas coruñesas son menos tímidas que los de Vigo o Pontevedra y que en ella tienen su sede muchas aseguradores, lo que les permite contar con una clientela fija incluso en estos tiempos difíciles. Aún así, las crisis también les afecta y se han visto obligados a reducir los precios hasta en un 50%, en algunos casos.
Sin embargo, es muy posible que alguna de las doce agencias que mantienen abiertas sus puertas las cierre este mismo año, porque los gastos no han bajado en absoluto, mientras que los beneficios sí. “Las aseguradoras, por ejemplo, que siguen siendo una de nuestras principales fuentes de ingresos, marean más a la hora de acordar los honorarios. Hace dos o tres años no teníamos este problema”, explica uno de estos profesionales.
Además, la reforma laboral les ha afectado bastante, porque implica que, en muchos casos, el despido injustificado resulta más barato incluso que contratar a un detective. “Si me viene a mi despacho un hombre que me dice que pretende ahorrase 1.200 euros yo le digo que se los dé y que se quite de líos”. La cosa cambia cuando el cliente es dueño de una pequeña empresa y tiene una relación personal con el trabajadores pero incluso en los casos más personales, los de divorcios, la mayor parte de la gente prefiere avenirse aunque sea a las malas. En general, la gente no se la juega, concuerdan todos los detectives.
Ellos en cambio, tienen que hacerlo porque no les queda otro remedio. La mayoría subsiste porque cuenta con una clientela estable después de años de trabajo. Además, en muchos casos son autónomos, de manera que no pagan sueldos ni se ven obligados a despedir gente, de ahí que el número de profesionales se mantenga. De hecho, el único despacho que ha cerrado recientemente “Napoleón”, lo ha hecho por jubilación de su titular, pero las perspectiva son negras.
“Tenemos problemas que no son de ahora y que no tienen que ver con la crisis. Aquí al detective no se le valora como en otros países. Yo he ido a Estados Unidos siguiendo algún caso y allí son todo facilidades, no como aquí”, comenta un investigador. También hay que tener en cuenta el carácter individualista de los profesionales del sector, acostumbrados al secretismo que les obliga su trabajo y que hace que la mayor parte del público desconozca sus problemas.

El ojo privado contempla un futuro muy oscuro

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