El encargado de A Mundiña mantiene vivos los murales de Lugrís del local

El encargado de A Mundiña mantiene vivos los murales de Lugrís del local
esta composición, que data de 1962, se encuentra en un muy buen estado

A la espera de que los organismos públicos incluyan en su catalogación de Patrimonio los murales que un Urbano Lugrís inspirado repartió por distintos locales de la ciudad, las buenas intenciones de particulares están evitando en algunos casos que estas obras tengan un final precipitado. Es el caso del encargado de A Mundiña, en la calle de La Estrella, donde actualmente se pueden ver dos exquisiteces sobre la piedra con las que Rafa Varela se topó al hacerse con el bajo y reformarlo en 2008.

Es casi probable que el pintor de océanos y figuras increíbles le pagase al dueño de lo que fue en su momento el hostal O León su manutención a golpe de arte. Porque si bien Rafa Varela se encontró con una primera creación ya extraída de un anterior tabique y realizada en el 62, la segunda fue una sorpresa.

Y es que el hostelero no esperaba que donde tenía pensado ubicar los baños apareciese un señor con gorra de marinero caricaturizado a modo de gárgola y encima de un reloj tan surrealista como los universos que inundó de mar. Sus péndulos se componen de ristras de chorizos que terminan en una taza llena de vino y una sardina. Seguramente la otra parte del trueque por la que el pintor sembró magia en la pensión. Además, la genialidad de la pieza se culmina con una frase inscrita en el mecano: “Unha cunca de viño e faise o camiño”.

Después de contactar con un familiar de Lugrís, Varela identificó las dos piezas como suyas y se enteró de que el paisano era el propietario de la fonda. La importancia radica en que corresponde a la primera etapa de Lugrís. Su allegado calculó en su momento que Urbano podría haberla hecho en los años 50.

Por su parte, Varela se informó de la manera de protegerlas ante los factores adversos y enmarcó la composición de la ballena mercante sin cristal porque una licenciada en Bellas Artes así lo vio conveniente. Para el del retrato surrealista, la experta le aconsejó una restauración donde además de recuperar el dibujo, los especialistas lograron hacerse con el mensaje con letra “Unha cunca de viño e faise camiño”. Posteriormente, le colocaron un cristal con una parte de arriba abierta. Así, decía Varela, se evitaba que la obra se viese afectada por humedades.

En este sentido, Rafa invertía 3.000 euros en un trozo de patrimonio que puede que sea más extenso. Según la dueña del bajo y el consanguíneo de Lugrís, es posible que existan más murales del artista soterrados, víctimas de los acondicionamientos que unos y otros fueron llevando a cabo para adaptar el número 10 de La Estrella a sus negocios.

Si bien Rafa Varela consultó con el departamento de Cultura de la Xunta a la hora de realizar los trabajos de restauración, lo cierto es que tuvo que correr con los gastos para salvar estas dos creaciones de la quema. Y ponerlas en bandeja con el objetivo de que sigan llenando la mirada con el mundo onírico del coruñés.

En una ciudad que todavía puede respirar del pincel que se alió con el Atlántico invadido por ballenas que son barcos y señores que tienen cuerda. Un legado con los días contados si nadie le pone remedio. n

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