El asesino de los hermanos de Monte Alto usó el sillín de una bicicleta para rematarlos

El Ideal Gallego-2011-11-05-009-6fe08026

  a. barbadillo > a coruña

  Dos armas utilizó el asesino de los dos hermanos mellizos de Monte Alto para acabar con la vida de los dos niños. La barra de un armario y el sillín de una bicicleta estática, que fue el objeto que usó para rematar a los pequeños, cuando el primer instrumento quedó inservible por los golpes.
Las evidencias del ataque todavía pueden apreciarse en el interior de la vivienda de la calle de Andrés Antelo donde el pasado 21 de agosto se perpetró el crimen. Allí continuaba esta semana la bicicleta, aunque no el asiento ni la barra que lo sostiene, y también las marcas de lo sucedido. En eldormitorio donde falleció Adrián Bergantiños, un desconchado profundo en la pared muestra el lugar donde el atacante pegó con el sillín, posiblemente al intentar herir al niño, cuyo cuerpo apareció en esta habitación.
Parece que él fue el segundo al que Javier Andrade, el autor confeso del doble crimen, atacó, después de golpear repetidas veces a su hermano Álex en la cocina del piso. Después del primer homicidio, volvió a la cocina armado con el sillín, para rematar al menor, al que había oído moverse.

Pertenencias > Aunque el piso había sido limpiado, cuando el pasado lunes regresó allí la madre de los mellizos, acompañada de una amiga, y junto al secretario judicial, un técnico de Vivienda y el propietario para recuperar sus pertenencias se encontró de frente con los vestigios del suceso.
En las camas solo quedaban los colchones, si bien Longueira halló las sábanas y las mantas de la habitación de Adrián al abrir una de las bolsas que habían sido apiladas en la sala de estar. La ropa estaba ensangrentada, muestra de que el niño estaba en cama en algún momento del ataque, y junto a ella podían observarse algunos de los efectos utilizados durante la investigación policial, como guantes de látex y envases de torundas vacíos. En otras estancias de la casa, más restos recordaban los ataques, como una fregona ensangrentada en el cuarto de baño o un trapo de cocina en el fregadero, y mucha de la ropa, juguetes, videoconsolas y demás pertenencias de los niños repartidas en bolsas de plástico por la casa.
Del hombre que la tarde de aquel domingo de agosto telefoneó al 092 para avisar de que acababa de matar a los hijos de su compañera sentimental no quedaba, sin embargo, apenas nada. Únicamente alguna prenda de ropa colgada en un tendal y alguna de sus pertenencias, como una caña de pescar. El resto había sido retirado de la vivienda.

Más pruebas > Entretanto, el juzgado de instrucción 5 continúa con la investigación en torno al doble homicidio, y el pasado mes ordenó la práctica de una evaluación psicológica a la madre de los menores, Mar Longueira, a la que ha imputado por un posible delito de omisión de sus deberes de protección para con sus hijos.
También el imputado ha sido sometido a pruebas psicológicas y psiquiátricas, tanto a petición del propio juzgado –el hombre ingresó en el sanatorio de Oza el día después de su detención– como de su defensa, que ejerce la letrada Lucía Rama.
El resultado de ambas prueba puede resultar determinante de cara al procedimiento judicial, en caso de reflejar en el autor confeso algún trastorno mental, que podría eximirle de responsabilidad penal. Se sabe que el hombre estaba a tratamiento por un trastorno depresivo y que había intentado quitarse la vida. En cuanto a ella, las pruebas pueden determinar en qué grado dependía de su por entonces pareja sentimental.


 

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