El artista Fernando Fueyo ofrece la sierra de Atapuerca en acuarelas

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 m.g.m. > a coruña
  El artista Fernando Fueyo estuvo un año recorriendo la sierra de Atapuerca para pintarla, pero hubiera estado más si las prisas editoriales fueran otras porque sus acuarelas no están listas si el objeto no se interioriza. Para lo otro, dice el pintor, están las cámaras fotográficas.
El ganador de premios como el de la Sociedad Científica de la Ciencia y la Ilustración presentaba ayer en la Domus su colección de dibujos sobre un auténtico santuario de la evolución humana como Atapuerca, que le ha permitido conocer las leyes de la naturaleza y saber que encima de unas rocas hubo vida por los vegetales que hoy las cubren.
Las obras harán que el curioso con casa sobre el asfalto observe  hasta el 15 de enero un corzo o un búho con la precisión del que realiza todo al detalle y es capaz de enhebrar un croquis de Atapuerca a mano.

La muestra “Atapuerca. Arco iris de la evolución humana” recoge cráneos descubiertos en el lugar que parecen fotocopias entre hojas de encinas y lobos. Fueyo se queda con lo bello para darle una dimensión humana. Con sentimiento.
Sus piezas forman parte de un libro editado por Juan Luis Arsuaga, pionero en las investigaciones de Atapuerca, y sus colaboradores, donde los animales y las plantas que habitan en esta parte del mundo hablan de la riqueza que rodea a las excavaciones. El naturalista confiesa que gracias a este proyecto se ha acercado al mundo científico para mirar un territorio desde otra perspectiva. Conocedor de lo que significa que un árbol instale sus raíces en un sitio o en otro. La publicación de la que forman parte los dibujos permite al lector llegar hasta lo que sucedió en Atapuerca hace millones de años y lo que todavía está oculto.
Lo que se puede ver en la Casa del Hombre es producto de toda una vida. Son paisajes que ofrecen al visitante un viaje delicado y sensible por los yacimientos. Decía el autor que Atapuerca no se tiene que interpretar como un parque temático. Porque no lo es. Para eso, está el museo en el que incluso existen recreaciones de lo que un día fue. La sierra tiene que ser contemplada como un templo de la evolución humana. De su comportamiento. Todo lo que encierra, asegura, es una sorpresa magnífica, un acontecimiento que “hace que no nos sintamos solos”.
Porque no es lo mismo en verano que en invierno y uno tiene que hacerse amigo de los animales que la pueblan, el artista comentaba que a veces ocurre que “vamos demasiado deprisa”. Y se pierden cosas por el camino.
Por su parte, la concejala Ana Fernández explicaba que en la muestra se junta, por un lado, el rigor científico con el que están hechas las acuarelas, y, por otro, la belleza de un “virtuoso” que ofrece una visión inédita al asunto. En una muestra que completa los actos de la Semana de la Ciencia.
Fueyo es capaz de sintetizar las emociones que el sitio le hace sentir con la profesionalidad de quien no se deja nada en el tintero. El autor adorna con maestría cada uno de los rincones por los que paseó una y otra vez. Para invitar al que nunca fue a que se atreva a coger el coche. En un paseo por la evolución del hombre. Rodeado de los que fueron sus compañeros de viaje desde siempre.

 

El artista Fernando Fueyo ofrece la sierra de Atapuerca en acuarelas

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