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martes | 23 abril | 2024
En los últimos años, el Grupo de Estupefacientes de la Policía Nacional lleva observando un cambio en el tráfico de marihuana: los delincuentes ya no viajan tanto al sur en busca de la planta que se cultiva allí –lo que se denomina “bajarse al moro”– . Ahora, cada vez más, los grupos que se dedican a la venta de esta sustancia prefieren cultivar la marihuana en sus propios pisos, en invernaderos ocultos que les permiten sustraerse de la vigilancia policial. En los últimos dos años, el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) lleva desmantelados diez invernaderos de este tipo en el casco urbano coruñés, lo que supone un incremento del 100% con respecto a otros años, cuando los investigadores apenas encontraban instalaciones de este tipo.
Desde la Jefatura Superior de Policía, consideran que este cambio en el modus operandi de los delincuentes responde en cierto modo a los éxitos obtenidos en la lucha contra el narcotráfico, puesto que se han visto obligados a emplear un método que no es tan rentable ni tan rápido como, simplemente, viajar hasta el sur para hacerse con un cargamento de material ya recolectado: “A parte de otros factores, lo cierto es que en Estupefacientes se ha juntado gente muy buena, preparada, que lo están haciendo muy bien”.
Actuación > Localizar un invernadero supone un reto añadido para los agentes, puesto que son prácticamente imposibles de localizar desde fuera. Las plantas, alimentadas por la luz de las lámparas solares, pueden ser colocadas en cualquiera de las habitaciones de la vivienda, a lo que hay que añadir humidificadores y aparatos de ventilación. “Evidentemente, una casa puede ser sospechosa de contener un invernadero por el alto consumo de energía eléctrica, pero nosotros no tenemos acceso a las cuentas de la luz”, explicó un agente. Eso significa que la mayor parte de las veces solo es posible descubrir su ubicación siguiendo al vendedor de marihuana desde su punto de venta hasta el domicilio, lo que suele llevar varios meses de investigación.
Barrios > Que se sepa, la Policía Nacional ha descubierto invernaderos en barrios como O Castrillón, Agra do Orzán, Monte Alto y Os Mallos. Este último fue el escenario de la más reciente actuación policial contra el narcotráfico, la “Operación Palleiro” que, a finales de abril, logró incautar 217 plantas de cannabis, además de desarticular la banda de ocho personas que son sospechosos de traficar por toda el área metropolitana.
Un golpe como ese no se daba desde la “Operación Daresa”, en mayo del año pasado, cuando se detuvo a una red que tenía siete invernaderos diferentes distribuidos por toda la ciudad. El más grande, situado en las afueras, contenía 227 plantas.
Habitaciones secretas > Pero a los agentes les llamó especialmente la atención el que cuidaba el jefe de la banda, en una calle aledaña a Santa Lucía. Según el CNP, era “espectacular”: “Estaba muy bien construido, y camuflado tras unas puertas secretas”. En ella encontraron 218 plantas en distintos estadios de su desarrollos, así como la hierba lista ya para su consumo.
“No hace falta ser muy manitas para hacer un laboratorio de estos, aunque requiere una inversión inicial fuerte y tener algunos conocimientos sobre el tema”, explican los agentes.
De todos modos, no todos los hallazgos de plantaciones de marihuana se deben al celo policial. A veces es la mala fortuna lo que juega en contra del delincuente. A principios de mayo del año pasado, los bomberos acudieron a sofocar un fuego que se había producido en la calle de Puerto Rico, en Os Mallos, a las tres de la madrugada. Cuando irrumpieron en la vivienda, descubrieron en una de sus habitaciones una plantación de marihuana en una de las habitaciones del inmueble. Precisamente, el origen del incendio fue un cortocircuito en una de las lámparas solares que permitían el crecimiento de las plantas.
