La economía social se acerca a los coruñeses con las experiencias de cooperativistas y empresas de inserción

La economía social se acerca a los coruñeses con las experiencias de cooperativistas y empresas de inserción
Los niños disfrutaron con distintos talleres y juguetes tradicionales | patricia g. fraga

La I Feria de Economía Social de A Coruña se cerró ayer con una afluencia de público media pero la garantía de que muchos ciudadanos tendrán en cuenta los proyectos colaborativos si en un futuro deben apostar por un formato distinto de empleo. Así la meta del Ayuntamiento y las siete cooperativas organizadoras estará cumplida, pues han permitido que los coruñeses sepan que existen diferentes formas de organizar la actividad económica que tienen al trabajador como punto central.


En el certamen, que se desarrolló durante la tarde del viernes y todo el día de ayer, se dieron cita un total de 21 proyectos empresariales llegados desde distintos puntos de Galicia. La plaza de España se abrió tanto a iniciativas culturales como de servicios, construcción, consumo o asociaciones solidarias. Sin embargo, uno de los apartados que más éxito tuvo entre los asistentes fue el dedicado a la alimentación. Este, representado por Hornos Lamastelle (de Aspronaga); Bico de Xeado y la Cooperativa de Productores Campo Capela, ofreció degustaciones de productos demostrar lo que significa ser trabajador y propietario a la vez.


Pero la feria fue mucho más allá de la mera promoción de alimentos. Por ejemplo, el gabinete de consultoría y formación coruñés Gálica se inscribió en la novedosa cita para entrar en contacto con más negocios que funcionen con la fórmula del cooperativismo. Mónica Fuentes y Fátima Casal, junto con una tercera socia, montaron la cooperativa hace un año y aunque en la calle no les resulta tan sencillo encontrar clientes –se dirigen fundamentalmente a administraciones y empresas– quisieron participar en la divulgación de este sistema de autoempleo.

Una posibilidad frente al paro
Las tres formaban parte de la delegación en la ciudad de una empresa más grande que cerró. Antes de quedarse en el paro prefirieron constituirse como sociedad cooperativa y seguir adelante con lo que hacían. “Es una fórmula genial, sobre todo por el espíritu de mantener el trabajo”, concretaron, y puntualizaron que incluso tendrían la opción de contratar personal extra pero que esto les restaría beneficios sociales. Por ello, de crecer en un futuro sería más viable apostar por incorporar a nuevos asociados.
Proyectos como la compañía de inserción laboral a personas en riesgo de exclusión como el Arroupa de Cáritas también estuvieron presentes. La entidad benéfica lo hizo a pesar de contar con una tienda de venta de ropa de segunda mano en la ciudad.


La representante de la Asociación de Empresas de Inserción de Galicia (Aeiga), Rocío Rodríguez, destacó que este tipo de proyectos no son cooperativas porque, aunque de puertas afuera funcionen como una empresa normal, no tienen ánimo de lucro y solo buscan reinvertir los ingresos en el mantenimiento del trabajo para personas con distintos contextos de riesgo, desde mujeres maltratadas a personas con problemas de drogadicción.


Un total de cinco empresas de este tipo de Galicia, en donde existen “solo doce”, quisieron acercar al público su realidad. Según Rodríguez también buscaban el apoyo de la sociedad para unas iniciativas empresariales relativamente nuevas, ya que la normativa que las regula en la comunidad data de 2007.

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