Las denuncias a locales de ocio nocturno son ya más del doble que las de 2018

Las denuncias a locales de ocio nocturno son ya más del doble que las de 2018
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Esta semana, la alcaldesa, Inés Rey, se reunió durante cerca de media hora con la asociación de vecinos de Ensenada del Orzán, que llevan años inmersos en una lucha para obligar a los locales de ocio nocturno a un estricto cumplimiento de las normativas municipales. A pesar de que, desde que Rey llegó al poder, la Policía Local ha aumentado mucho la presión sobre estos negocios, los vecinos distan de estar satisfechos. Sin embargo, a día de hoy, los agentes municipales han impuesto 500 sanciones a los locales del centro, una cifra que ya  duplica con creces a la que se impuso el año pasado a los locales de toda la ciudad.

Para los policías, esta es una muestra clara de cómo se está actuando en el entorno de ocio nocturno, en las calles más concurridas como Socorro, Orzán, o Vista en respuesta a las repetidas quejas de los vecinos. Aún así, estos insisten en pedir más presión policial, y libran su propia guerra, recopilando datos. No solo con fotografías, sino que instalan sonógrafos en sus ventanas, para probar que el volumen de ruido sube por encima de lo permitido. “El resultado son enfrentamientos, porque la gente en la calle sabe lo que están haciendo y que son ellos los que llaman a la policía, y les fastidian”, advierten fuentes de la Policía Local. 

Copas en la calle 
Muchas de las multas que han impuesto a los bares, se deben a clientes que sacar las copas al exterior. El objetivo es evitar que el publico se congregue en la vía pública, donde generan ruido. También acuden coches patrulla a la hora de cierre de los locales, para disuadir con su mera presencia a los bebedores de permanecer en el lugar, evitando así que sigan generando ruido molesto para los vecinos.

El año pasado se llegó a sancionar en toda la ciudad a 133 locales de hostelería por incumplimiento de la normativa de ruidos. Y a 34, por no cerrar a la hora que obliga la licencia. En total, 167, mientras que a estas alturas del año ya casi se triplica la cifra. 

Mientras que para los vecinos esta actuación policial es insuficiente, para los hosteleros ya es demasiado, de ahí que los empresarios de este sector que tienen sus locales en el centro decidieran agruparse en una asociación, llamada Entreplazas. El mes pasado, su presidente, Óscar Novo, había lamentado la presión a la que se estaban viendo sometidos: “Lo que no puede ser es que haya un grupo de policías locales delante de mi negocio  esperando que alguien salga con un vaso en la mano”.

Los hosteleros quieren hacer valer su papel en la ciudad, que va mucho más allá de ser el epicentro de borracheras nocturnas. Recuerdan  la decadencia que ha sufrido durante años el centro de la ciudad, y que aún puede apreciarse en el gran número de edificios ruinosos que jalonan la calle Orzán. La hostelería volvió a traer actividad y animación a una zona que en las últimas décadas se había afincado en la marginalidad.

Incluso Inés Arboleya, la propietaria de varios afterhours, los locales más conflictivos porque abren a primera hora de la mañana y a veces a traer a clientela poco recomendable, había protestado después de que sus locales fueran escenario de varias redadas.

Ella asegura que su experiencia le permite reducir el número de incidentes, aunque no esté por completo libre de ellos. Pero de lo que se queja es de que se le asocie con los incidentes que se producen en la calle.  Ella mantiene que está viviendo una fuerte presión policial que entiendo hasta cierto punto y cree que tanto la Policía Local está haciendo lo que puede. Por otro lado, considera que el verdadero problema es el fenómeno del botellón en la calle y  que también les perjudica.

Las denuncias a locales de ocio nocturno son ya más del doble que las de 2018

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