La defensa insiste en el suicidio para explicar el apuñalamiento de San Cristóbal das Viñas

La defensa insiste en el suicidio para explicar el apuñalamiento de San Cristóbal das Viñas
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Similares argumentos a los que se escucharon a principios de año ante un jurado popular esgrimieron ayer en el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia las acusaciones y la defensa para tratar de revocar la sentencia por la que la Audiencia condenó a cuatro años de cárcel al hombre acusado de acuchillar de muerte a un amigo en un descampado de San Cristóbal das Viñas en 2012. Ninguna de las partes está conforme con el dictamen que derivó del veredicto, que culpó al hombre sentado en el banquillo de un delito de lesiones con instrumento peligroso en relación con un homicidio imprudente tras concluir el jurado que acusado sí apuñaló a la víctima pero sin intención de acabar con su vida, sino solo de herirla.
No es esa la tesis de la defensa, que ayer insistió en el suicidio como explicación del suceso, una posibilidad que el tribunal popular ni siquiera entró a considerar en su deliberación. “Hay pruebas que pueden validar esta alternativa”, alegó ayer la letrada del acusado; para ello se remitió a un informe de autopsia que, señaló, “dice que la herida (que presentaba en el pecho la víctima) es compatible físicamente con el suicidio”, si bien tuvo que reconocer que los especialistas descartaron esa hipótesis por improbable.

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La defensa se aferra a esa supuesta autolesión, a la que el acusado aludió en una de sus declaraciones, para tratar de lograr la absolución, un argumento que no convence ni a la Fiscalía ni a la acusación particular, que ejerce el hermano del fallecido.
De “fantasía” la tachó ayer el representante del Ministerio Público, quien recordó que el relato de cómo la víctima se clavó a sí misma el arma es solo uno de los numerosos y contradictorios que prestó el condenado como agresor a lo largo del procedimiento.
En el mismo sentido se posicionó el abogado de la familia, Manuel Ferreiro, que apeló a “cuestiones indiscutibles” como el hecho de que era el procesado quien portaba el arma del crimen aquella tarde y fue también él quien la escondió en unos matorrales tras la puñalada, tal como captaron las cámaras de seguridad de una gasolinera cercana al lugar de los hechos.
Ambas acusaciones acudían ayer al alto tribunal gallego para pedir la revocación de la condena y la imposición de una más severa por homicidio doloso, esto es, intencionado. “La muerte, o bien se buscaba, o bien se asumía como posible”, razonó durante la vista el fiscal, seguro de que es el hombre que ocupa el banquillo quien asestó la cuchillada mortal a su amigo.
En este sentido, los acusadores entienden que tanto el tamaño del arma (un cuchillo de cocina) como el lugar de la lesión (el pecho) o el escenario donde tuvo lugar el incidente (una finca apartada) son indicativos de la intención homicida del agresor, algo con lo que discrepa la defensa. “Nadie en su sano juicio, si quiere matar, clava la puntita del cuchillo”, afirmó, en referencia a la profundidad de la herida, de menos de cuatro centímetros.

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