“Cuando ingresa un chaval con neopreno en Urgencias nos ponemos incómodos”

“Cuando ingresa un chaval con neopreno en Urgencias nos ponemos incómodos”
El Ideal Gallego-2014-07-26-013-6e9f7561

Salvador Fojón es uno de los vértices de un triángulo. Los otros dos se llaman Jesús Herranz y Gonzalo Montoto y acaban de escribir un libro debajo del agua. Se titula “Accidentes y enfermedades en el medio subacuático” (editorial médica Panamericana) y en él plasman sus años de inmersión. Las horas en cursos, congresos y lecciones que imparten en la asignatura optativa de Medicina, patología subacuática. Parte de ellas están recogidas en el volumen, que tiene una clara finalidad divulgativa. Se dirige a los profesionales con bata para que dispongan de un manual de consulta en caso de que por la puerta de Urgencias aparezca un buceador con una lesión importante. Y es que el doctor asegura que “cuando ingresa un chaval con neopreno nos ponemos incómodos”.
Añade que las patologías que se originan en el medio acuoso nadan huérfanas en el campo médico y apenas nadie las domina. En el volumen están clasificados todos los traumatismos y lesiones que en casi la mitad de los casos afectan a bañistas con o sin tubo y que no tienen que ver estrictamente con la presión de los que bajan hasta el fondo. A la vez, es un apoyo para los que practican el deporte del submarinismo, muy digerible y fácil de leer, que se completa con material técnico para los que quieran dar un paso más. Ante todo, la novedad editorial es necesaria teniendo en cuenta que los accidentes que se producen en el agua son la segunda causa de muerte a nivel mundial después de los de tráfico.
En este sentido, los especialistas echan por tierra creencias acerca de cuestiones como los cortes de digestión que son, en realidad, alteraciones del riego cerebral que pueden acabar en síncope. Que aprender a aguantar la respiración no es sinónimo de jugar con el reloj a estar cada vez más tiempo y que la mejor forma de evitar el contraste súbito con el agua fría es mojar bien la cara y entrar despacito.
Porque no es lo mismo un ahogamiento en un balde de 20 centímetros que en medio del Atlántico, los autores clasifican las distintas tipologías con el fin de convertir su experiencia en una herramienta de fácil manejo, que alerte de las responsabilidades mal asumidas por adultos que se ponen al cargo de niños en piscinas y de las lesiones de espalda como las generadas tras la práctica del kitesurf por los fuertes tirones o la peligrosidad de los atropellos a bañistas.
Además, dan pistas sobre cómo evitar accidentes en un hábitat donde todas las precauciones son pocas. Desde la boya  marcando una presencia en la superficie hasta el estudio de la zona, ambos son básicos antes de hacer “plof” en el agua. n

“Cuando ingresa un chaval con neopreno en Urgencias nos ponemos incómodos”

Te puede interesar