Crecen las quejas vecinales por las molestias que causa una casa okupa

Crecen las quejas vecinales por las molestias que causa una casa okupa
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Los vecinos de la Ciudad Vieja llevan la mayor parte del año en convivencia con la casa de Alfonso IX que ha sido tomada por individuos en riesgo de exclusión social. Ruidos a horas intempestivas, supuesto tráfico de drogas y trasiego de personajes sospechosos que no dejan de entrar y salir son algunas quejas que formulan los residentes de la zona, hartos de convivir con unos vecinos tan incómodos. El presidente de la asociación de comerciantes, Adolfo López, confirma que cada vez la situación empeora más.

“Yo no dejo que mi hija vaya sola por la calle”, asegura una joven madre, que afirma que a menudo aparca en la calle de Alfonso IX un individuo que luego entra en la casa ocupada del número cinco. “Sale haciendo eses y da miedo”, denuncia la residente, para luego añadir que llamó en una ocasión a la Policía Local: “Pero llegaron demasiado tarde. Ya se había ido”.

El desvencijado portal está cubierto por un cartón en el que se lee el lema del movimiento okupa, lo que invita a creer que en él residen miembros de este grupo de ideología anticapitalista. Sin embargo, Alejandro, que vive temporalmente en el tercero, lo niega. “Somos gente que simplemente tratamos de vivir como personas”, dice.

Electricidad y parabólica

En realidad, el joven de 22 años lleva residiendo allí desde hace tan solo una semana. Él nació en el barrio de O Ventorrillo, pero una discusión con sus padres tras un problema con las drogas le dejó en una situación precaria. Come en la Cocina Económica y depende de la Risga para su sustento. “Estoy aquí solo de momento, mientras busco algo”. En el mismo piso reside su amigo al que ha acogido, y asegura que lleva una vida “normal”, dentro de lo que acabe. Tienen electricidad, gracias a unos empalmes que recorren la fachada, e incluso una antena parabólica. “Cuidamos la casa. Estamos intentado conseguir agua corriente, pero de momento vamos simplemente a la fuente de la plaza de Azcárrega”, explica Alejandro.

En cambio, sus vecinos de abajo son una cuestión totalmente diferente. “Se dedican a dar martillazos todo el rato. Han destrozado el piso de abajo y se han mudado al segundo”, asegura el okupa que confiesa que no está seguro de a que se debe ese ruido: “Yo creo que lo hacen para joder”.  Además, la basura se acumula en el piso de abajo. “Si les dejáramos, también entrarían aquí”.

Sin miedo al desalojo

Sean molestos o no, los okupas de Alfonso IX no temen ser expulsados del inmueble. Otras fuentes señalan que ha estado desocupado desde 2012, y que anteriormente había pertenecido a varios hermanos, alguno de los cuales eran vecinos de la Ciudad Vieja, pero que han ido vendiéndolo piso por piso. El propietario de uno de ellos está en Madrid, por ejemplo.

Teniendo en cuenta estas circunstancias, parece que a los vecinos de la Ciudad Vieja no les queda otro remedio que soportar las incomodidades.

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