Crece la inseguridad en A Silva de Arriba debido al tráfico de drogas

Crece la inseguridad en A Silva de Arriba debido al tráfico de drogas
El punto de venta de droga se encuentra en Cances quintana

Los vecinos de A Silva de Arriba y Cances, núcleos de población semirrural ubicados más allá de O Ventorrillo, viven con preocupación el aumento del tráfico de drogas en esta última zona de Cances. Lo que hasta ahora no se traducía más que en un continuo tránsito de individuos y coches sospechosos, el mes pasado culminó en un atraco, cuando un joven con reputación de toxicómano allanó fuera de sí una vivienda y le exigió a punta de navaja a un conocido que le entregara mil euros. Se trata del incidente más grave que ha tenido lugar en mucho tiempo en una comunidad alejada del ritmo de la ciudad, y donde habitualmente reina la tranquilidad.
“Pero ahora ya no es como antes. Ahora hay gente viniendo todo el día de un lado a otro”, explica una vecina. Muchos son conocidos desde los tiempos de Penamoa. Pero para los que llevan residiendo muchos años en este núcleo rural reconocen que la desaparición del “supermercado de la droga” les ha perjudicado en cierta medida: “Antes los veías caminar por allá, a lo lejos, pero no venían tanto por aquí”.
Sin embargo, desde hace más de un año, cuando un clan de etnia gitana se instaló en una casa situada en lo alto de la loma de Cances, la situación cambió. “Vienen a mediodía, a media tarde, o de madrugada”, explica la vecina, a pie o en coche. “Hacen un ruido tremendo, porque van acelerando”, explica otro residente. Siempre son los mismos vehículos, apuntan, incluida una furgoneta blanca que muchos han visto.
Todos los días, mañana y tarde, suben hasta detenerse a pocos metros de la entrada (el chalé se halla al final de un callejón sin salida, donde es difícil maniobrar) y una vez allí, esperan a alguien que sube a él. Presumiblemente, para recoger la droga.

Toxicómanos
La mayor parte de estos vehículos suben a Cances desde la avenida de Finisterre, de manera que muchos de los que viven en A Silva de Arriba aseguran no haberlos vistos. Sin embargo, sí ven a los toxicómanos transitando por los caminos que antaño bajaban de Penamoa en busca de su dosis.
“Son del mismo clan que los que controlan las viviendas de San José”, apunta una vecina, que señala que “a estas alturas ya nos conocemos todos, y ellos ya estaban cuando Penamoa”. Tanto la casa de Cances como las viviendas ruinosas de San José son dos focos importante del menudeo de droga en la ciudad, aunque no sean los únicos.
Ya en mayo, el presidente de la asociación de vecinos de O Ventorrillo pidió a la Policía Nacional que actuara para detener el narcotráfico en una zona que aún está intentando olvidar los largos años de coexistencia con el poblado de Penamoa. Sus denuncias dieron fruto cuando la Policía Nacional actuó contra un punto situado en plaza de Monasterio de Cines y logró cerrarlo, pero todavía están esperando a que se elimine de forma definitiva las dos casas donde el tráfico de droga se ha enquistado, y para los que no parece haber una solución sencilla.

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