A Coruña se confiesa “sabinera”

A Coruña se confiesa “sabinera”

En la cola, Juan elige al del pirata cojo. Mercedes se va hasta la calle Melancolía, “la que habla de que ya debe ser primavera” y Ana no titubea. La suya es “Princesa”, la de la boca de fresa. Son las doce de la mañana y se va pasando la bola. Ya no quedan de pista. Son las más baratas y las siguientes pasan a costarle 60 al bolsillo, pero ninguno duda. Es Sabina. Algunos se han venido hasta la taquilla de la plaza de Ourense por costumbre, porque siempre lo hacen. 
Otros contrariados por la polémica de la venta ilegal madrugaron para asegurarse butaca en el Coliseo el 22 de julio. Todos son conscientes de que al cantautor le quedan pocas balas sobre el escenario y no quieren malgastarlas. Y como ellos, los de la doce, los que estaban ya antes de que se abriese la ventanilla. Por su parte, los más confiados le daban al “ok” desde sus puestos en la oficina. 
Físicamente y a través de la red, el aforo para disfrutar al poeta en vivo se agotó en una mañana. Poco más de seis horas tardaron en despachar “visados” las máquinas y los humanos para conocer los nuevos paisajes que pinta el cantante en “Lo niego todo” y regresar a las de siempre. 
Después de que las de Ricky Martin no llegaran a la hora del aperitivo, los seguidores del que calza bombín no decepcionaron. A Coruña confirmó que además de darle al reggaetón, es sabinera y también popera. Lo confirmó Mercedes con el dinero preparado para cinco pases: “Somos todas muy sabineras”. Sus amigas y ella son coetáneas del artista. Sabedoras de que se hace mayor, en la primera batida ya intentaron comprarlas por internet, pero algo las detuvo. Cuenta la fan que “normalmente suelo venir a cogerlas, pero cuando ya casi las tenía me llamó la atención que ponían: ‘Quedan cinco, quedan tres...’. Eso me pareció raro y estaba como todo muy embarullado”. 
Más tarde, Mercedes se enteró del fraude. Por eso, la que se confiesa “asidua” a sus directos optó por comprarlas de manera presencial. Dice que no se cansa de su repertorio: “Tiene tantas, que no sé con cuál quedarme, pero esa que habla de la primavera me gusta mucho”. Mercedes coloca a Sabina en un pedestal junto a Serrat, al que prefiere disfrutar sola. Sin embargo, el de Úbeda invita a hacerlo en pandilla. 
Y si la pista se llenó en dos horas, los tendidos bajos y medios cogieron carrerilla y a esa hora ya solo hacían un hueco en los laterales y de forma escolanada. Las de platea, que se cotizaban a 80, tampoco aguantaron el tirón. De paso que tenía que hacer un recado cerca, Eduardo aprovechó y cogió vez. Había que asegurar. “Sabina bien se lo merece”, algo que corroboró Paula, que tiene pensado masticar sus letras de la mano de su padre. Y es que solo los grandes son capaces de gustar a distintas generaciones sobre el tendido. 

la primera vez
Para Paula será la primera vez. Y porque no solo va a ser Ricky Martin, señala Eduardo, el multiusos saludará al artista con todo vendido. Y es que si a las doce ya se había repartido más de la mitad del pastel, la sobremesa empujó a los últimos compradores a materializar su reserva.
Sabina cantará para 6.500 personas, prácticamente el mismo número para el que actuó hace dos años cuando vino a celebrar el cumpleaños de aquella en la que dijo tardar 19 días y 500 noches en olvidarla, junto a las otras pildoritas de aquel álbum. Esta vez, vendrá para negarlo todo, el decimoctavo álbum de su carrera en el que Leiva es productor y otras tantas que no pueden faltar. No deben faltar.  n

A Coruña se confiesa “sabinera”

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