La comunidad médica discrepa sobre el nuevo servicio de Urgencias del Chuac

La comunidad médica discrepa sobre el nuevo servicio de Urgencias del Chuac
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Sus versiones se contraponen porque si los médicos del Chuac hablan de una apertura satisfactoria del nuevo servicio de Urgencias, los sindicatos advierten que ni en el peor momento de la unidad antigua se vivió más impotencia por parte del equipo de enfermeros, celadores y auxiliares que ahora.
Esta es la razón por la que muchos de ellos, con años de experiencia, se marchan llorando a diario del hospital. El director de procesos asistenciales, Ramón Ares, señalaba en cambio que su percepción venía respaldada por datos objetivos, que sitúan en 270 urgencias menos las recibidas en estas dos semanas en comparación con 2013, o lo que es lo mismo un total de 3.400, que se unen al descenso de 23 pacientes pendientes de una cama. Esto supone para el responsable aligerar uno de los puntos críticos del Chuac, además de las 22 personas menos esperando en el área de observación durante este período.
Los facultativos destacaban la comodidad de funcionar a lo largo de 4.000 metros cuadrados para un personal médico que ha aumentado en 11 personas. En este aspecto, los representantes sindicales alertaban que de estos 11, 6 vienen a cubrir el nuevo apartado dedicado a curas, yesos y séptico, que en la cuarta planta no existía, cuatro lo harán de forma fija y dos de refuerzo. Esta situación pone sobre el firme, según ellos, a un celador por cada 600 metros cuadrados, tres limpiadores para 4.000 metros cuadrados y una enfermera de noche para seis boxes en un espacio donde “las camillas, que no se ven” han vuelto a ocupar desde el segundo día la zona de las camas, sin cortinas que las separen ni ropa de cama.
María Seijo, representante de la CIG, hablaba de una mala equipación, de falta de material y de caos organizativo, nada que ver con las conclusiones de la jefa de la unidad de Urgencias, Carmen Pita, que hacía hincapié en el cambio que supone tener un control centralizado de todo el área, donde “el personal no va de un lado para otro. Cada uno tiene su forma de trabajo y las enfermeras ganan en autonomía”.
Desde el equipo médico creen que la plantilla llega, aunque hay momentos puntuales en los que se necesita más asistencia. Reconocen que se trata de un período de acoplamiento donde se estudiarán las nuevas necesidades del servicio. En este sentido, Ares explicaba que las once reclamaciones recibidas en estos quince días, menos de una por día, bajaban la media anterior, que era de dos o tres hojas registradas en la oficina de Atención al Usuario, de la cuarta planta, a la que los sindicatos recomiendan dirigirse con el fin de lograr mejoras asistenciales.
Unos 114 trabajadores pertenecientes a las distintas categorías de la unidad remitían por su parte un escrito a la dirección alertando de la grave situación. La portavoz de la junta de personal, Inés López, exigía de seis a doce profesionales más en cada apartado, –enfermería, auxiliares, limpiadores y celadores–, de un servicio, en el que “se non é por eles, non funcionaría”, sentenciaba María Seijo.

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