De cómo el teatro Principal pasó a convertirse en el teatro Rosalía de Castro

De cómo el teatro Principal pasó 
a convertirse en el teatro Rosalía de Castro
El teatro Rosalía, visto desde La Marina en el año 1924

El teatro Principal nació como consecuencia de edificar uno de mayor suntuosidad que el existente en la calle de la Franja, que era anterior a 1835, de modo que el 11 de octubre de dicho año, la Junta Superior de Caridad solicitó el terreno de la huerta del antiguo convento de San Agustín, para cuyos fines contaba con 40.000 reales, más lo que obtuviese de la venta de otras propiedades, calculando una cifra que sería el importe de la mitad de las obras y el resto mediante aportaciones.


Así, el 2 de agosto de 1837 comunicó al Ayuntamiento, por medio de la Diputación, que una comisión mixta en unión de los herederos don Isidro Pérez había acordado que 3.030 reales depositados en la Tesorería de la Diputación, procedentes de dicho legado, se invirtieran en la construcción de un teatro de nueva planta, procediendo a la elección del solar para llevar a efecto la obra. También se indica que se podría aplicar otras sumas procedentes de los fondos del Hospital de Caridad.

De ese legado arranca la construcción del nuevo teatro, nombrando el Ayuntamiento una comisión que de acuerdo con los miembros de la Junta de Beneficencia eligiese el solar. Al parecer en un principio se eligió la huerta de San Agustín, aunque más tarde se decantó por que el teatro se construyera en el local que ocupaba la que había sido iglesia parroquial de San Jorge, pidiendo autorización para la compra de sus escombros. Esta iglesia y su huerto habían sido antes convento de los Padres Jesuitas, con su cementerio anexo.

Primera inscripción
La primera inscripción de la finca en el Registro de la Propiedad tiene lugar el 20 de junio de 1866. En ella consta que por escritura otorgada en 10 de marzo de 1838, ante don Juan Bautista Sánchez, los señores Juan Villegas, segundo regidor y Bruno Herce, síndico, declararon que el Ayuntamiento adquirió en virtud de cesión del Estado el solar de la iglesia vieja, denominada de San Jorge, según Real Orden del 29 de marzo, cediendo a favor de la Junta de Beneficencia el expresado solar, su huerta y el que ocupaba la casa rectoral, con la obligación de levantar en dicho solar un teatro, el cual ocuparía un rectángulo de 168 pies de largo por 141 de ancho.

En una segunda inscripción del 21 de junio del propio año indicado se dice que en el solar de la calle de Luchana, antes Riego de Agua, con de 23.684 pies cuadrados de superficie, construyó la Junta de Beneficencia la Casa-Teatro con sus fondos, varios donativos y préstamos de algunos accionistas.

Después de ponerse en marcha ocurre la desgracia de la noche del 3 al 4 de enero de 1867, cuando fue pasto de las llamas el flamante teatro Principal. Este fue reconstruido en su totalidad por medio de la iniciativa del procurador síndico Francisco Otero y Miranda, quien elevó una propuesta que fue aprobada por el Ayuntamiento en sesión del 8 de mayo. En él la Diputación había construido una casa en el solar de la Beneficencia, aprovechando las paredes del teatro como medianeras y también se indicaba si sería conveniente reedificar el teatro en el corazón de las oficinas de la Diputación, para finalizar proponiendo el traspaso del solar de la plaza de Alesón (María Pita) en el cual el Ayuntamiento tenía previsto construir un edificio para sus oficinas, por el de la Diputación, que circundaba el teatro, previa tasación y deduciendo el valor de las medianeras y solares, indemnizando el Ayuntamiento a la Diputación de la diferencia que pudiese haber, con la obligación de construir en dicho solar el palacio provincial y el gobierno civil. Esta oferta fue aceptada por la Diputación en sesión del 10 de mayo de aquel año, pero diez años después se dejó sin efecto el convenio suscrito inicialmente.

Restauración
El teatro quedó completamente restaurado en 1868, pasando a denominarse teatro Rosalía de Castro. Las obras fueron aprobadas por la Junta de Beneficencia y para reunir los suficientes recursos se apeló a empréstito voluntario de acciones de un valor de 250 pesetas cada una, sin devengar intereses, conviniendo entre los accionistas y la Junta que en lo sucesivo fuese cuidado el teatro por una comisión administrativa y dedicando los productos de la finca, deducidos los gastos de conservación, entretenimiento, etc, a la amortización del empréstito que lo constituían las 645 acciones.

Nuevos dueños
El 25 de marzo de 1926, el entonces alcalde, Manuel Casás, se propone que por el tiempo transcurrido, la Beneficencia Municipal no había podido entrar en el pleno usufructo de las utilidades del teatro, ya que aún quedaban 105 acciones particulares, que representaban un capital de 26.250 pesetas, sin amortizar. Así, se buscó una solución para amortizarlas o se procedería a la enajenación del teatro, propuesta que fue aprobada por la Comisión Permanente en 25 del propio mes.

De modo que en el presupuesto del segundo semestre de aquel año se incluye una partida de 27.000 pesetas para proceder al pago de las acciones que estaban pendientes de amortizar, dando lugar a que se disolviese la Junta y se hiciese cargo del teatro el Ayuntamiento y que fuera la encargada de pagar las acciones hasta que en 1927 se disolvió.


De 1925 a 1929 se hizo cargo del arriendo Urbano Arizaga Valdés. En aquel último año se arrienda a Gumersindo Pereira Noucho, finalizando el contrato en 1942 y prorrogándolo a nombre de su viuda, María Luisa Ruiz Carreras y de sus herederos, pasando en 1946 a denominarse Empresa Pereira. En 1952 se celebró un contrato privado entre los arrendatarios del teatro Rosalía Castro, y los del cine Savoy, Avenida, Coruña, Goya y teatro Colón, para colaboración mutua.

En 1981 pasó la Empresa Pereira a subarrendar el teatro a la Empresa Fraga, siendo en el año 1983 cuando el Ayuntamiento de A Coruña decide rescindir el contrato que se tenía sobre el teatro Rosalía, pasando este a manos del municipio después de un costoso litigio en 1991, quien se hace cargo y continúa su explotación como teatro.

De cómo el teatro Principal pasó a convertirse en el teatro Rosalía de Castro

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