Los comerciantes coruñeses

Los comerciantes coruñeses
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La vocación comercial de la Coruña viene dada por los numerosos vecinos que, aún no habiendo nacido en la urbe coruñesa, se instalaron en ella y la hicieron progresar al calor de las oportunidades que se les presentaba en cualquier tipo de negocio, tanto a los foráneos como a los naturales del pueblo o del Reino de Galicia, que se asientan en esta ciudad y desde su razón social llevaron las riendas de sus respectivas empresas.

Entre estos hallamos a Nicolás Setaro, emprendedor de origen italiano, instalado en la Coruña en 1764 llegado de Lisboa, quien levanta un teatro para representar en el mismo óperas bufas, para deleite de los coruñeses, arte imperante en aquel momento y autorizado por el Concejo mediante permiso real del Conde de Aranda. En 1767 logra que se le habilite un almacén para leña y utensilios, un jardín anexo y un rancho que toma en aforo, construyendo en dicho lugar el teatro nuevo de la ciudad y cuyo costo alcanzaba los 170.000 reales de vellón, bajo los planos diseñados por el ingeniero Feliciano Míguez.

El teatro se levanta próximo a la amuralla defensiva de la ciudad, donde se hacen las primeras representaciones bien acogidas por el público coruñés. Por cuestiones de interés militar, el capitán general da orden de demoler aquel edificio que se encontraba en un foso inmediato a la Puerta Real pero en la parte exterior, en lo que hoy es la plaza de María Pita, cuyas autoridades recomiendan a Setaro levantar su teatro en otro punto de la plaza y más alejado de aquel perímetro defensivo, trasladando el mismo al Campo de San Agustín, donde queda instalado, siendo de esta manera el primer teatro permanente de la ciudad.

En 1771, ofrece al Concejo este ruinoso negocio y los dirigentes locales piden permiso al Supremo Consejo de Castilla, el cual otorga su licencia en 1772. El coliseo o teatro cómico había quedado en 1771 repartido entre la empresa de Nicolás Setaro, empresario de óperas italianas y la del galán de la compañía de comedias Diego Ortega, cuyas obras representan de forma alterna. Así, la compañía de cómicos hace sus funciones cuatro días a la semana y las de ópera, tres, y los domingos se alternaban las mismas.

Más tarde se solicita representar las funciones cómicas todos los días, al tiempo que se pide permiso para la explotación del local como casino. Después de su compra por parte del Concejo, el teatro de comedias será alquilado por la ciudad y vendrá funcionando hasta 1838, año en el que se proyecta otro y al cual se le conocerá como “Teatro Nuevo”. Más tarde, recibe el nombre de Teatro de Rosalía de Castro, situado en Riego de Agua, en los terrenos donde antes se situaba la iglesia conventual de San Jorge. Otro de los vecinos venideros fue Enrique Sinel, mercader flamenco establecido en la Coruña sobre el año 1630 y a quien se le encarga en 1633 la compra en los Países Bajos de cuatro barcos de 400 toneles cada uno, así como dos de 300, cuya operación se realiza mediante la orden recibida por el general Andrés de Castro y para cuya operación mercantil había un remanente de 36.000 ducados.

Germán Suárez Pumariega es otro de los nombres propios. Empresario afincado en la Coruña, instaló en el Camino Nuevo número 50, hoy Juan Flórez, una de las más importantes industrias de la ciudad en la estampación de hojalata, papel y fábrica de envases metálicos para la industria, cuya razón social se conoce como “La Artística”. Su fuerza motriz la desarrolla una turbina Laval, que recibe el vapor de las calderas tubulares de sistema Babcock & Wilcox, de origen inglés y también cuenta con una dinamo Thuri que le permite el alumbrado en sus talleres y las numerosas máquinas empleadas en la impresión y fabricación, de las cuales veinte son movidas a vapor y el resto a mano.

Cuenta además con grandes hornos para la fijación de los colores en la hojalata y un taller de carpintería para la preparación de envases, herrería para hacer troqueles y amplios almacenes para contener todos los materiales precisos en su fabricación. Esta empresa comienza su caminar sobre 1890, a finales del siglo XIX y toman la dirección de la empresa Germán Suárez y Manuel Salgado. “La Artística” concurre a la exposición nacional de Lugo en 1898 donde logra la medalla de oro, por su calidad.

Por su parte, Bartolomé Taybo, vecino del Puente Pasaje, es el único que se presenta a la subasta del Concejo para hacerse con el arriendo en la renta de la barca del Pasaje a comienzos del siglo XVIII, cuya adjudicación se hacía por tres años a razón de 160 ducados por año, en el ramo de arrendatarios de impuestos. Luego serán Julio Martínez, Clemente Pérez Hevías, Pascual Antonio Patiño, Juan de Figueiras, Silvestre Antonio Monterroso, Amaro Alonso Gago, José de Castro Tubío, Francisco Montéeselos, Álvaro García González, José de Valencia, Gregorio Varela, Diego de Castro Pérez Estévez Varela y Francisco Llovet los encargados de los arrendamientos de impuestos de 1775 a 1822.

Manuel Benito Tejada, comerciante y naviero, sobrino de Alonso Tejada, de origen riojano, domiciliado en la calle Real 74 junto con su tío, Benito Tejada, cuñado de Alejandro Selisis y Laureano Mathé, será el que lleve los negocios de su tío y represente sus intereses al frente de la compañía “Tejada y Demblans”, que operaba también a nombre de la de Santiago “Francisco Rial y Cía” dedicada a la patente de corso. Benito Tejada será dueño de muchas propiedades urbanas y prestamista, haciéndose con algunas casas situadas en el barrio de la Pescadería al no poder pagar los préstamos solicitados, entre ellos, Juana Maifrén y la viuda de Fabián López de Sagastizábal.

Dionisio Tejero Pérez, nacido en Cuenca de Campos (Valladolid) en 1861, llega a la Coruña en 1876. Trabaja como contable y luego marcha a Chile hasta 1886, donde atiende los negocios mineros de la sal, propiedad de su cuñado, dando sus primeros pasos como empresario en 1888. En 1905 pasa a dirigir sus empresas desde su despacho de la calle de Riego de Agua, 23 (4°) como consignatario de barcos y armador, aparte de ser banquero, importador de carbón, minería, comercio al por mayor y fabricante de tejidos en Cataluña bajo la razón social de “Tejero Pérez y Gil” Sociedad Comanditaria.

También tuvo negocios de pesca bajo la razón social de “Tejero Mariñas y Cía” y conservas pesqueras bajo firma de “Compañía la Iniciadora”. Fue socio fundador de Sociedad Anónima de Crédito Gallego, entidad que será el germen fundacional de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de La Coruña (más tarde Caixa Galicia, de la que después nacería Nova Caixa Galicia Banco y, por último, Abanca) de cuyo consejo de administración fue vocal, siendo también el primer presidente del Banco de la Coruña, siendo el principal impulsor de su creación en 1917. Tras su fallecimiento en 1941, su viuda Carmen Vilariño, prosigue al frente de los negocios con la inestimable ayuda de sus sobrinos.

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