Casas Novas, paraíso familiar para un sábado de verano al aire libre

Casas Novas, paraíso familiar para un sábado de verano al aire libre
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El camino desde el aparcamiento hasta la entrada de Casas Novas era ayer una procesión de sillas de bebé, pasos cortos y poco menos que tambaleantes –”dame la mano, que por aquí vienen coches”– y “gigantes” subidos a los hombros de sus padres. Preludio de lo que se iban a encontrar los visitantes una vez en el recinto: un auténtico paraíso familiar.

El espectáculo de los saltos en la pista, un jardín para correr con más libertad que en la mayoría de los parques, pintacaras, un tipi para jugar a la sombra, cuentacuentos y paseos en poni. Todo al alcance de decenas de niños que por momentos no sabían a dónde dirigir su atención.

Prácticamente tirando de sus padres, para no perder un segundo, corrían desde la zona en la que, con trazos de pintura, les habían convertido en Spiderman o en perrito con la lengua fuera en busca de un sitio libre en la valla donde encaramarse para ver más de cerca la actuación de los jinetes y poder imitarlos mejor cuando llegase su turno sobre los caballos en miniatura.

Los que se acercaban al centro ecuestre por primera vez descubrían un mundo nuevo. A los pequeños les hipnotizaba incluso el trabajo de las máquinas que ponían a punto la pista de entrenamiento. Los mayores no perdían detalle de lo que sucedía en la competición y si al llegar se confesaban ajenos por completo a la hípica a primera hora de la tarde se veían preparados para probar suerte en la caseta de apuestas.

 

Jornada completa

Otras familias ya veteranas se planteaban la cita de ayer con Casas Novas como una jornada para disfrutar al aire libre. Algunas aprovechaban las facilidades del recinto, en el que se habían dispuesto mesas y sillas en la zona verde, y su oferta gastronómica para improvisar un picnic entre premio y premio. Otros, bien equipados con sombrero y gafas de sol, solo se alejaban de su sitio en las gradas el tiempo mínimo necesario para acercarse a la cafetería. La tarde se preveía intensa, en cuanto a competición y a presencia de visitantes.

Antes de que el centro hípico fuese un hervidero llegó la familia Ortega, que, como el día anterior, atendió a amigos y conocidos  en el entorno de la pista antes de ocupar su lugar en el palco, desde donde siguió los trofeos de la tarde.

El Trofeo Longines era el mayor reclamo para los aficionados, que hicieron buena la espera con el concierto 1906 de los barceloneses The secret investments. Casas Novas trascendía su condición de Concurso Internacional de Saltos para convertirse en una celebración con cientos de invitados.

Hubo quien cambió sus planes de playa vespertina para quedarse en las instalaciones de Arteixo, convencido por el ambiente y entregado a la emoción de lo que sucedía en la pista. Los incondicionales ya tenían claro desde el principio que no había opción más apetecible. Volverán hoy, ellos, los que no pudieron asistir ayer y los que se estrenan como público. El domingo, con el aliciente del gran premio que cierra el concurso, es tradicionalmente el día más concurrido. Y se espera que se vuelva a cumplir la norma.

Casas Novas, paraíso familiar para un sábado de verano al aire libre

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