Las Cáritas parroquiales gastaron 127.000 euros en alimentos para sus beneficiarios en nueve meses

Las Cáritas parroquiales gastaron 127.000 euros en alimentos para sus beneficiarios en nueve meses

Cáritas Interparroquial de A Coruña gestiona cientos de ayudas para los más desfavorecidos a lo largo del año pero más allá de la sede central hay toda una realidad de empobrecimiento en las parroquias. Las delegaciones de voluntarios en las distintas iglesias de la ciudad no paran de recibir solicitudes de atención hasta el punto de tener que incrementar sus gastos con respecto al año pasado. Entre enero y septiembre de 2015 estas entidades menores destinaron más de 127.000 euros a comida para las familias, a mayores de lo que suponen los donativos del Bancos de Alimentos. 
La crisis se disipa en determinados sectores pero sigue haciendo mella en los más desprotegidos. Quizá cambien las caras de los beneficiarios pero en entidades solidarias como la religiosa mantienen “una tónica similar a 2013 y 2014” en cuánto a números. Incluso se podría decir que estos han subido un poco porque la gente que está en el paro va agotando el tiempo de duración de sus prestaciones. 
En el primer trimestre del año, la mayoría de las 37 parroquias con identidad propia en A Coruña –algunas no disponen grupos de atención primaria funcionando– gastaron 63.875 euros en comida, 23.506 euros en los recibos de la electricidad, la comunidad y otro tipo de gastos. El presupuesto para medicamentos se quedó en los 5.400 euros y el abono de los alquileres, ya fuese de un piso o de una habitación, ascendió a 26.030 euros. No fueron cantidades nimias pero las cifras se disparan al comprobar que entre enero y septiembre fue preciso que, a mayores de lo aportado por la Interparroquial y por el Banco de Alimentos Rías Altas, se invirtiesen 127.557 euros en comprar alimentos. 
La vivienda rozó los 51.600 euros y las facturas le salieron a estas divisiones eclesiásticas por 52.325 euros. Y las cifras aún ascenderán por las cuentas que se registren entre octubre y diciembre. De hecho, la organización está reduciendo los pagos del suministro del agua para intentar que sea el Ayuntamiento el que se encargue de implantar una “tarifa social” o moratorias. 
Pocas veces se piensa en ello pero se da la paradoja de que aquellas zonas con menos fondos son las que atienden a un mayor número de beneficiarios, pues una cosa lleva a la otra conformando un círculo vicioso. Por ello, para permitir que el motor siga funcionando hay un sistema muy estudiado.
Desde Cáritas explican que, como es lógico, se recauda más en las parroquias de “San Pablo, Santa Lucía, Divina Pastora, San Nicolás y San Jorge”, entre otras, pero también es porque los coruñeses que residen en esos entornos no se han visto tan afectados por la recesión como en barrios más periféricos. De hecho, los donativos acostumbran a ir a parar a los más perjudicados porque en el “núcleo de mayor población” acomodada apenas hay problemáticas. 
Para compensar la situación existe un fondo al que van a parar los ingresos de aquellas subsedes que no necesitan tantas aportaciones monetarias. Esa herramienta permite que se repartan entre el resto “en función de las necesidades y unos baremos”. Entre las beneficiarias se encuentran San Francisco Javier o el Socorro que, aún así y por falta de capacidad, “derivan muchos casos a la interparroquial”.
Desde la entidad remarcan que no se puede considerar que unos barrios sean más solidarios que otros porque, precisamente, los más pobres son aquellos a las que pertenecen más personas en situaciones de riesgo.

Las Cáritas parroquiales gastaron 127.000 euros en alimentos para sus beneficiarios en nueve meses

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