El hospital Quirónsalud revela que uno de cada cuatro niños en etapa escolar padece algún tipo de tic infantil. La neuróloga infantil del centro, Tamara Pablo explica que estas contracciones breves e involuntarias que se repiten responden a una necesidad del pequeño de realizarlos, disminuyendo parcialmente mientras está concentrado en una tarea específica. Aumentan en aquellas situaciones en las que el niño padece estrés o fatiga y suelen comenzar entre los tres y los ocho años. En la mayoría de los casos disminuyen considerablemente de forma espontánea durante la juventud. La forma de manifestarse es muy variada y suelen cambiar a lo largo de la vida, pudiendo haber periodos en los que desaparecen.
Los tics se pueden clasificar como motores cuando están producidos por movimientos o fonológicos, debido a la contracción de la musculatura respiratoria, laríngea o nasal, como gritos, gruñidos o sonidos guturales. Los tics simples son sacudidas de un solo grupo muscular, fundamentalmente de zonas superiores del cuerpo, en las que se aclaran la garganta y tosen, y en los tics complejos intervienen varios grupos musculares que conlleva movimientos como saltos, frases, agacharse y dar vueltas.
Por último, están los pasajeros, que duran entre un mes y un año. Para la mayoría basta con una exploración neurológica, pero en algunos casos estos pueden estar asociados a alguna enfermedad. n