“Bailar es habitar el cuerpo con el corazón y la mente”

Para Cesc Gelabert, bailar no es otra cosa que habitar el cuerpo con el corazón y la mente. Algo que guarda relación con el fútbol, su otra gran pasión, donde uno siempre tiene que tener una pierna libre para ejecutar con precisión. En este caso, el disparo viene también de las manos y no hay palabras. Solo música que, en esta ocasión, tendrá que ver con “Lágrimas negras” o Bach y sonará a sardana.
El coreógrafo catalán presenta hoy a las 20.30 horas en el teatro Colón el espectáculo “Cesc Gelabert V.O. +” como una mirada al pasado donde rescata piezas desde los 80 a la actualidad e incorpora tres nuevas. En todas, está él solo, sin compañía y el escenario, dice, se erige como un laboratorio donde el bailarín experimenta. Se va al antes y piensa en el después y como si se tratara de un vino o un buen plato de pasta, la danza va siendo apreciada a poquitos.
El espectador agradecido atenderá a las explicaciones que Cesc destilará en cada coreografía como una forma de acortar distancias: “Cuento una anécdota o algo para romper el hielo”. De un arte que inquieta si se desconoce, asegura Gelabert, y que cuando se controla, tranquiliza como pasa con el flamenco. Entonces, la butaca se sitúa.
En todo este tiempo, Cesc asegura que ha evolucionado en el sentido de que va directo a la esencia. Se quita simbólicamente la ropa y escupe todo un trabajo interior, completamente depurado. Los años se han encargado de ello: “No tengo la misma fuerza que antes, por eso procuro la precisión”, señala.
El montaje de esta tarde lo hará desaparecer dentro de un vestido, será renacer, una función donde el espectador pasará por héroe, “porque primero está la crisis y después, la cantidad de opciones que tiene para elegir”. En un país donde la cultura apenas tiene hueco en la televisión: “Son cuatro los programas culturales y a los críticos les cuesta escribir cada vez más artículos”.
Socio del Barcelona desde que tiene uso de razón, el artista ha realizado distintos trabajos en los que ahonda sobre los lazos entre el balompié y la danza. Con un cuerpo puesto en bandeja en cualquiera de los dos casos. Honesto, porque con él, afirma, “uno no puede mentir”. No como con las palabras, que a veces son farsa y pandereta.
Los coruñeses tienen ante sí una oportunidad para ver a un referente con las zapatillas puestas. Un Premio Nacional de la Danza o una Medalla de Oro, sin más muebles que el corazón y la mente.