El Ayuntamiento espera reparar la plaza del Comercio tras la cesión de la propiedad de la Xunta

Las aceras de la plaza del Comercio muestran todavía un aspecto irregular con unos tramos arreglados y otros no, pero el Ayuntamiento comunicó ayer su intención de terminar los arreglos y poner punto final al desencuentro con los vecinos de la plaza. Ésta surgió en mayo pasado, cuando se reparó solo un parte que, según los afectados, se encontraba justo enfrente de la vivienda de un pariente del teniente de alcalde, Julio Flores.
El Ayuntamiento siempre ha negado que fuera así. La razón que alegan para dejar incompletos los trabajos de reparación es que el resto de la calzada y la zona ajardinada pertenece a la Xunta. Pero ayer, fuentes municipales aseguraron que llevan desde agosto del año pasado tratando de llegar a un acuerdo con el Instituto Galego de Vivenda e Solo (IGVS) para que se traspase la propiedad al Ayuntamiento, y que esperan que esas conversaciones fructifiquen pronto en un acuerdo.
“No se trata solo del tramo en la plaza del Comercio. Hay muchos pliegos técnicos que rellenar antes de realizar la cesión”, explicaron desde María Pita. En cuanto a cuando se acometerían las obras, todavía no hay fecha prevista, puesto que el acuerdo no se ha materializado.

mobiliario urbano
Sin embargo, los vecinos sostienen que la zona ajardinada a reformar figura en el catastro como “mobiliario urbano” y que pertenece al Ayuntamiento, mientras que éste insiste en que es propiedad del gobierno autonómico porque debajo de la vegetación se encuentra un depósito de líquidos subterráneo del vecino edificio que sí pertenece a la Xunta.
Además, las fuentes municipales insisten en que  la reforma ni siquiera la habían hecho sus operarios, sino los de una empresa privada como parte de un contrato para la instalación de un ascensor, atendiendo además al hecho de que en esos inmuebles viven varias personas impedidas.  Pero esa explicación tampoco convencen a Paula Candal, la portavoz de las comunidades del número 13 y 14. “Si es por eso –replica Candal– en nuestros edificios también vive gente que necesita la reforma, no que vayan en silla de ruedas, pero algunos tienen más de ochenta años”.