Aumenta el conflicto por la convivencia entre residentes y hosteleros del Orzán

Aumenta el conflicto por la convivencia entre residentes y hosteleros del Orzán
Aunque existen protestas sobre todo el barrio, este lunes el desencuentro fue por los ruidos en el entorno de la plaza de José Sellier | patricia g. fraga

Las disputas entre los vecinos del Orzán y los hosteleros del entorno existen desde hace décadas pero, a pesar del cambio que ha dado el ambiente del barrio, esa falta de entendimiento parece ir a más. Un encuentro de trabajo con la alcaldesa Inés Rey este lunes sacó a la luz nuevas fricciones entre ambas partes que están condenadas a entenderse pero que de momento no han encontrado el punto de encuentro. Mientras los vecinos exigen una mayor actuación del Consistorio y policial, según fuentes municipales los hosteleros de una zona en concreto, los alrededores de la plaza de José Sellier, acudían con propuestas para tratar de minimizar los perjuicios a los residentes.

Lejos de reducirse por el ocio nocturno se ha ido desplazando hacia otras zonas de la ciudad, las tensiones entre vecinos y hosteleros de todo el Orzán crecen a medida que pasa el tiempo. Así quedó expuesto con especial claridad este lunes en un encuentro entre empresarios responsables de locales ubicados alrededor de la plaza de José Sellier y representantes de la Asociación de Vecinos Ensenada del Orzán. Desde la ejecutiva de la entidad que representa a los residentes se criticó que supuestamente, la regidora Inés Rey ejerciese de mediadora entre “tres hosteleros con intereses propios que han molestado e increpado a algunos vecinos por la calle” y ellos.

A los residentes les “dolió” que no se les convocase para hablar de las múltiples problemáticas a las que se enfrenta el barrio como pidieron en campaña, entre ellas precisamente los problemas para conciliar el descanso con la actividad económica de bares de todos los puntos del entorno, sino para “dar explicaciones a los comerciantes por nuestras quejas” y no al contrario. “No se cierra a su hora y vivimos otras inseguridades pero parece que había que resarcir a los hosteleros porque dicen que la presencia policial intimida a sus clientes”, recalcaron desde el colectivo.

Este subrayó que hay “gente de baja por depresión, ancianos, enfermos, niños...” que no pueden dormir “porque no se cumplen las normativas”. De hecho, se mostraron muy molestos e “indignados” con la supuesta actitud de la alcaldesa a favor de los empresarios y que no se les diese la opción a hablar como “perjudicados”, dado que fueron “por cortesía”. Asimismo, sus representantes reprocharon que Rey se enfadase y diese por concluido en encuentro pidiendo a los dos grupos que hiciesen sus peticiones “por registro” para hablar por separado.

Campaña de control “dura”

Sin embargo, la versión de la reunión que tienen los hosteleros e, incluso, la que da el Ayuntamiento son distintas. Desde el Consistorio aseguran que se convocó a los dos partes porque hay un interés directo por parte del equipo de Inés Rey por dar solución a un conflicto que se ha extendido mucho en el tiempo.

“Se trató de una reunión para acercar posturas entre el derecho al descanso y a tener una actividad de ocio nocturno pero no hubo avances”, indicaron desde María Pita, donde confirmaron que los representantes de los negocios que acudieron son de los más cumplidores de las normas de convivencia. Así lo entienden por el recorrido histórico de los establecimientos y porque “la alcaldesa dio la orden de hacer una campaña muy dura de la Policía Local para hacer cumplir horarios, los parámetros de las terrazas...” y, de momento, no se ha descubierto que ninguno de los hosteleros que acudieron estuviesen haciendo alguna actividad ilegal.

Dos partes afectadas

Los encargados de los locales acudieron al encuentro, supuestamente, con ideas para intentar reducir la afección a los vecinos, ya que esta no se produce cuando la gente está dentro de los bajos sino cuando estos bajan la persiana y el público se queda charlando por las inmediaciones de la plaza de José Sellier.

Entre otras cuestiones, se dice, que querían proponer a sus interlocutores tratar de hablar con los clientes o hacer promociones con otros establecimientos para que los grupos se disiparan y no afectasen tanto en el barrio. Sin embargo, no tuvieron oportunidad de poner estas ideas en conocimiento de los vecinos. De hecho, inciden en que ellos también son perjudicados del conflicto porque que se llame a la policía o que esta esté allí hace que muchos clientes cambien de hábitos. l

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