Asomarse a la ventana para sentir más allá de las galerías de arte

Asomarse a la ventana para sentir más allá  de las galerías de arte

La inspiración puede estar en cualquier parte, pero la de María del Mar Cambronero está casi siempre ligada a las ferias medievales que visita a lo largo y ancho del país. Eso sí, sus cuadros siempre siguen una línea marcada por las puertas y ventanas que representa y que huelen “a hogar, a la paz de las calles de los pueblos y a café de puchero”. Ella hace su agosto, casi siempre a última hora, cuando los compradores se deciden a adquirir algo único que confía en no ver en el chino por dos duros.

Precisamente por ello, huye de las cámaras de fotos de los orientales pero no duda en contar y repasar sus técnicas con el viandante. Sus cuadros son una especie de collage evolucionado a la máxima potencia en el que tiene hueco “cerámica, madera, metal, textiles, encaje de bolillos e hilo de algodón”, y “porque no tienen fontanería que sino estaría con los tubos y la llave inglesa”, para representar de la mejor manera la esencia de la casa de la abuela en el puesto Fachadas Artesanas. Para sí quedan sus esculturas y tallas en madera, más difíciles de vender al gran público.

María del Mar reconoce que la Ciudad Vieja también ha conseguido ser una musa para rememorar otros estilos constructivos en el lienzo pero el problema es que esos cuadros irán a parar a otro mercado porque el proceso creativo se alarga incluso cuatro meses.

“No puedo pasar por una ciudad como esta sin inspirarme, con gaitas, con iglesias...”, comenta, mientras destaca que además le marca el ambiente de la calle, las risas y la música del imaginario medievo porque eso “no lo hay en ninguna galería de arte”. n

Asomarse a la ventana para sentir más allá de las galerías de arte

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