Los arenales coruñeses, el verdadero desierto de las ordenanzas

Los arenales coruñeses, el verdadero desierto de las ordenanzas
Las normativas de seguridad son las únicas que hay que cumplir en Riazor | javier alborés

En realidad, a nadie le gustan las normas, por lo menos si es uno mismo el que tiene que cumplirlas, aunque siempre se esté a favor de que los demás lo hagan. El presidente de la Ciudad vieja, Pedro Roque, dio un ejemplo de ello esta semana ante la polémica que suscitó la instalación de carteles en O Parrote en los que la Autoridad Portuaria prohibía el baño. “Como aquí se cumplen muy pocas normativas municipales, no vamos a hacer caso a esta”, declaró Roque.


Es la naturaleza humana, que siempre se resiente de la autoridad. Sin embargo, todavía existen territorios salvajes aunque no inexplorados, en el término municipal. Como las playas, por ejemplo: A Coruña nunca ha aprobado una ordenanza municipal que regule la actividad de los arenales, como sí han hecho ayuntamientos de localidades costeras de Levante, masificadas por el turismo.

Eso aclara algunas de las dudas que surgen habitualmente en verano. Por ejemplo, la manía de acotar zonas de la playa en la Noche de San Juan, que resulta que no va contra ninguna regla, excepto contra las de la buena educación. Técnicamente hablando, un bañista podría acotar para su uso todo Riazor. Desde luego, prácticas que en Levante están prohibidas, como reservar espacio colocando una sombrilla o unas sillas, aquí están permitidas.

Nudismo y sexo
Incluso se pueden instalar tumbonas para alquilarlas. Otra cosa son prácticas como el nudismo, o el sexo rebozado en arena, que llamó la atención hace unos meses cuando corrió por las redes sociales un video de una pareja practicándolo a plena luz del día sin disimular. Cuando el pudor falla, es entonces cuando entran en juego las leyes contra el escándalo público. Ocurre lo mismo con los animales en la playa, puesto que tienen que ir de la correa como en otra parte de la ciudad.


A pesar de esta falta de regulación las autoridades aseguran que surgen pocos roces entre los bañistas. Normalmente, provocados por los balonazos de los que juegan al fútbol. Esto prueba que, a pesar de que las playas coruñesas son un desierto en lo que se refieren las ordenanzas, pasan por ser oasis de paz.

Los arenales coruñeses, el verdadero desierto de las ordenanzas

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