Álvarez Domínguez reparte sueños en la Botica das Artes

El pintor Álvarez Domínguez expone en la Botica das Artes parte de su trayectoria. De cuando empezó a coquetear con el lienzo y los murales y pintó de arte su instituto de A Rúa, en Ourense, hasta que dejó sobre lo que hacía un toque capaz de convertir cada creación en genialidad. Lo dicen los entendidos. Y los integrantes de un grupo al que pertenece, Andros, desde el que disparó su estilo durante muchos años.

Hoy está en el centro de arte para hacer repaso de su carrera. A través de obras que fueron cedidas para la ocasión por coleccionistas privados y que no se veían las caras desde hace mucho tiempo. El galerista Jose Álvarez, muy amigo del pintor, reconoce en él lo mismo que tenía Van Gogh. Algo de lo que solo unos pocos pueden presumir y que hacen mágicas sus composiciones surrealistas. El mismo Ramón Faraldo, crítico de Picasso, lo dijo.

Álvarez Domínguez triunfó desde muy joven y sigue sumergiéndose hoy en el mundo de los sueños para pescar nuevas piezas. Lienzos que salen a la superficie a respirar y están repartidos por una multitud de centros, incluido el edificio de Bellas Artes de Budapest. También están en la muestra algunos de sus murales como el de la mujer sentada.

Sin embargo, dice Jose, el arte de este creador necesita el directo y de nada vale que se digan mil cosas sobre su forma de hacer porque las palabras no son suficientes. Su pintura va más allá. Desde 1980 a 2012, los seres mitológicos se mezclan con los personajes reales. En un universo onírico que se puede contemplar hasta el 15 de enero.

Álvarez Domínguez reparte sueños en la Botica das Artes

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