La aguja de luz que ya no ilumina

La aguja de luz que ya no ilumina

Este moderno y abandonado estanque tiene por base unos cien metros de extensión y en su centro se levanta el popularmente conocido como “Pirulí”, “Millennium” a efectos oficiales. Se trata de un obelisco de cristal holandés, en cuyos paneles se recogen diversos pasajes de la historia de la ciudad, en un puzzle conformado por 174 piezas, que fueron talladas por los artesanos holandeses en aquel país. Su potencia de iluminación es de 53.100 vatios y dispone de 142 puntos de luz, siendo el peso de su estructura de más de 20 toneladas y los paneles de cristal de otras 30, lo que arroja un peso aproximado de una 50 toneladas.
Su coste fue de 358 millones de las desaparecidas pesetas, algo así como unos dos millones de euros.
La fina aguja, que roza el espacio del cielo coruñés alcanza los 50 metros, algo inferior al milenario faro fenicio del legendario Hércules, el cual le sobrepasa por escasos nueve metros de diferencia. 
La belleza de su policromía se puede apreciar en la noche con sus piezas encendidas que lo convierten en algo único en su género y del que no hay constancia que exista otro de igual magnitud y proporciones. Pero ni se enciende, ni se repara, ni se potencia la zona en el que fue instalado y hoy en un vestigio en desuso y prueba de ello es su total abandono, cuando podía ser un acicate turístico interesante. 

inauguración
Al encendido de las doce partes de su estructura se sumó la plataforma digital Canal Satélite. Quien dio, por medio de la señal de la Televisión de Galicia, las 12 campanadas de fin de año del 31 de diciembre del 2000 desde esta bella ciudad coruñesa a toda España. En la tarde del sábado del día anterior, a las 13.00 horas, el alcalde Francisco Vázquez lo daba por inaugurado, en un espectacular acontecimiento al que asistieron varios miles de coruñeses y unas 600 personas integrantes de once corales y de los centros sociales de San Diego, Os Mallos, Castrillón y Monte Alto.
Concluyó de ese modo el proceso iniciado con la presentación del proyecto el 15 de abril. Al inicio de las obras, a mediados de julio, los expertos de la empresa holandesa Van Tettorode empiezan a elaborar las piezas con las cuales se daría fin al puzzle de este Obelisco de cristal. Dicha materia prima era de procedencia de Norteamérica y para hacer los paneles del Millenium, se fundía el cristal coloreado entre tres y cinco colores mediante el sistema de soplado y después se mezclaba en el molde ajustado al diseño propuesto por el escultor Gerardo Porto Montoto. 
Este obelisco inaugurado por el entonces alcalde coruñés y mentor de este proyecto, Francisco Vázquez, coge forma con las directrices del arquitecto Antonio Desmonts Basilio; el diseño artístico corrió de la mano de Gerardo Porto Montoto, un escultor coruñés afincado en Holanda, quien eligió los pasajes más importantes de la historia coruñesa, para montar esta colosal obra de cristal tallado. Así, aparecen representadas las carabelas de Cristóbal Colón, dos de cuyos navíos eran gallegos en los cuatro viajes de este noble marino. Su descubrimiento del Nuevo Continente dio origen en el último tercio del siglo XVIII al traslado desde el puerto coruñés de los emigrantes que se dirigían a colonizar aquellas tierras y la posterior emigración gallega de los siglos XIX y XX en esa misma dirección.
No dejaría de iluminar la batalla del 16 de enero de 1909 en Elviña (A Coruña), cuando se enfrentan los Ejércitos de Napoleón y Moore, en la cual muere el ilustre general inglés y que está escrita en letras de oro en los anales militares de ambos Ejércitos; sin olvidarse de colocar a María Pita en el lance de 1589 contra la incursión de Francis Draque. 
Sobre estos panales de cristal, se hallan también tres monarcas muy vinculados a la historia de A Coruña. Como es el rey Alfonso IX, por la concesión de su Carta-Puebla para repoblar la ciudad en 1208. La travesía que por mar emprendió Carlos I para ser coronado emperador y Carlos III, quien impulsó el desarrollo de A Coruña, en la época de la Ilustración. 

deterioro
Es una lástima que este obelisco se encuentre aislado en una explanada tan solitaria que podía albergar algún parque en un paraje tan apropiado para ello, cosa que sería del agrado del visitante que allí se acerca bajo los rigores del calor del verano, lo que contribuiría a un mejor recreo de la magnífica vista que desde aquel lugar se aprecia, con la inmensidad del mar por medio y la majestuosidad de la Torre de Hércules al fondo, todo un privilegio para el que sepa captar la hermosura del momento que se presenta desde aquel lugar.
A este abandono hay que añadir la dejadez municipal de que durante las noches, este colosal monumento esté a oscuras y deje de iluminar el horizonte para el que fue creado y en medio de la nada como una nave a la deriva, pero sin moverse del lugar, en un estanque repleto de mugre y con su base carcomida por los elementos que hacen peligrar su futuro, si no se toma una decisión adecuada para su puesta en funcionamiento con el mantenimiento adecuado. Es un homenaje a la historia y como tal debe ser tenido en cuenta para el bien de la ciudad y el de los que nos visitan.

La aguja de luz que ya no ilumina

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