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jueves | 25 abril | 2024
Fue en una misma mañana, la del 1 de febrero del año pasado, que el municipio de Arteixo sufrió dos actos violentos, uno de ellos de dimensiones trágicas. La investigación vincularía horas después los dos sucesos, la muerte de una vecina de Ponte do Ba, en Loureda, y el asalto a una oficina de Novagalicia Banco. El hombre que a las pocas horas sería detenido en la localidad de Ourense como sospechoso de ambos hechos se sienta desde el próximo martes en el banquillo de la Audiencia Provincial, donde se le juzgará por un delito de asesinato y dos de robo con violencia que pueden acarrearle una condena de hasta 35 años de prisión, tal como reclama para él el Ministerio Fiscal.
Se trata de un viejo conocido de las fuerzas del orden, un quincuagenario con problemas de drogadicción y múltiples condenas al que en la zona se conoce por el apodo de “el Corbatas”. Tal como refleja el escrito de acusación presentado contra él, conocía a la fallecida –Dorinda Vázquez Varela, de 74 años– porque eran vecinos desde hacía años, con lo que ella no se extrañó cuando aquella mañana, cuando regresaba del banco, se encontraron y este le pidió dinero.
por la espalda
Siguiendo esta versión de los hechos, cuando la septuagenaria llegó a la casa unifamiliar en la que residía junto a su hijo, su nuera y su nieto el acusado se marchó, pero a los pocos minutos regresó con la determinación de hacerse con el dinero de su conocida. La encontró en el exterior, haciendo la colada y de espaldas, con lo que ella nunca llegó a ver cómo su atacante se le aproximaba hasta que este la agarró, la arrastró del brazo hasta el interior de la vivienda y allí comenzó a golpearla, tanto con las manos como con un objeto contundente, y a agredirla con un cuchillo, al tiempo que le exigía el dinero.
La víctima falleció a consecuencia de un corte en el cuello que le seccionó la arteria carótida y la vena yugular y le afectó a la tráquea, pero el informe de la autopsia recoge una treintena más de lesiones en la cabeza y el resto del cuerpo, entre hematomas, contusiones y heridas incisas. Tal como lo entiende el representante de la Fiscalía, el agresor actuó contra ella de forma alevosa, puesto que el ataque tuvo lugar por la espalda, en la propia vivienda de la perjudicada y de forma sorpresiva. Además, tal y como se destaca en el escrito de acusación, el desequilibrio de fuerzas entre agresor y víctima era notorio, tanto por la diferencia de edad entre ellos como por su “débil complexión” de la mujer, lo que le impidió defenderse de los múltiples golpes y cuchilladas.
Es en esta creencia que, por este episodio, el fiscal culpa al acusado de un delito de asesinato –un homicidio agravado por la alevosía con que se comete–; además, le imputa un segundo delito, de robo con violencia en casa habitada, por tener indicios que una vez que acabó con la vida de la septuagenaria el agresor le sustrajo el dinero, tal como sugiere la aparición de la cartera, vacía en la escena del crimen.
Pero además, la Fiscalía entiende que el asesino es el mismo hombre que aquella misma mañana entraría en una sucursal bancaria de la avenida de Finisterre, en el núcleo de Arteixo y a cara descubierta asaltó a una de las cajeras, amenazándola con un estilete y avisándole de que se trataba de un atraco.
a cara descubierta
El ladrón logró llevarse los mil euros que contenía la máquina dispensadora y varios paquetes de monedas, y con el botín se trasladó, primero hasta A Coruña y, a continuación, a Ourense, donde sería apresado nueve horas más tarde dentro de un operativo conjunto de la Guardia Civil y la Policía Nacional.
Según destapó la investigación, el hombre no empleó la misma arma para asaltar el banco y para degollar a la víctima mortal, puesto que el cuchillo utilizado en el crimen apareció en un pilón de agua; no obstante, desde el primer momento se trabajó con la hipótesis de un único autor.
