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viernes | 19 abril | 2024
Sus problemas de alcoholismo y su trastorno de control están, según ha aceptado la Audiencia Provincial, detrás de los ataques sexuales a los que el hombre llevado a juicio ayer sometió a su compañera sentimental y a uno de los hijos de ella, siendo este tan solo un niño. Bajo la premisa de que sufría una alteración psíquica cuando perpetró las agresiones sexuales, la Audiencia Provincial dictó ayer sentencia, previa conformidad del acusado, por la que le impone 13 años y medio de reclusión por varios delitos de agresión sexual, algunos cometidos sobre persona especialmente vulnerable, y por lesiones leves, amenazas graves y varios quebrantamientos de medida cautelar.
Todo ello, por la conducta que, según se considera probado, desplegó en el año 2005 contra sus familiares en las fases de recaída del tratamiento contra el alcoholismo al que se estaba sometiendo, enfermedad que ya le había costado un internamiento psiquiátrico unos años antes.
La Fiscalía situaba los primeros ataques de 2005, fecha en que se emitió la primera denuncia por parte de la víctima, después de que su compañero sentimental le obligase, en dos días consecutivos, a practicarle varias felaciones bajo amenaza de muerte y a punta de cuchillo. El primer episodio se produjo, según consta en el escrito de acusación, en el dormitorio del domicilio que compartían en Santiago, y en él llegó a romperle el pijama para atemorizarla. El segundo, al día siguiente, se registró en la cocina del bar que ella regentaba, en una hora en que tanto sus hijos como otros clientes se encontraban en la parte exterior. Esta vez, según lo describía el fiscal, el acusado le colocó el cuchillo al cuello por dos veces, para obligarla a que se plegara a sus deseos sexuales.
Aquellos dos ataques fueron los que propiciaron la primera detención del hombre, que pasó dos meses recluido. Tal como hizo constar la víctima en su denuncia, el momento de su arresto, su pareja la amenazó, advirtiéndole de que “solo lo iban a retener 72 horas y después ya hablarían”.
Recaída > Su encierro duró dos meses, y a su salida el hombre volvió a convivir con su denunciante y los hijos de ella, esta vez en un piso de Sigüeiro, después de que se anulara la medida de alejamiento que pesaba sobre él. Como informaba la Fiscalía, en ese período volvió a retomar el tratamiento de deshabituación del alcohol, pero una vez más sufrió una crisis en octubre y, con ella, volvieron los ataques sexuales, esta vez sobre uno de los niños.
Como se hacía constar en el escrito de calificación de hechos, aquella no era la primera, sino la segunda vez que el menor fue obligado a mantener relaciones sexuales con el compañero de su madre, ya que un par de años antes había sufrido otro abuso.
En esta última ocasión sucedió en octubre de aquel 2005 y, aquella misma noche, la madre volvió a ser objeto de amenazas con cuchillo y tuvo que realizarle varias felaciones al acusado, mientras este la obligaba a ingerir hasta cuatro píldoras de Trankimazin.
Alejamiento > La agresión dio pie a la segunda denuncia contra el hombre, por la que se le impuso la prohibición de acercarse a un kilómetro de su expareja, una orden que incumplió el hombre y que dio pie a que se dictara una nueva orden judicial que le prohibía residir en Sigüeiro, para evitar el contacto con la víctima.
Tampoco esta vez la cumplió y a finales de aquel mismo mes se presentó en la vivienda de ella con el pretexto de recoger sus enseres. Cuando la Guardia Civil llegó, avisada por la denunciante, lo encontró dentro de un armario de la casa, con varios cortes en una muñeca.
Aceptado este relato de hechos por el procesado, la Audiencia admitió ayer la rebaja de más de 11 años sobre la pena que inicialmente se solicitaba, al entender que el hombre es parcialmente inimputable y estimar que hubo en el proceso judicial dilaciones indebidas.
