Un 24% de “xente” y un 43% de “ignorantes”

Un 24% de “xente” y un 43% de “ignorantes”

“Falou Xulio Ferreiro e falou ben” es una expresión clásica de los mareantes. En ocasiones varía el sujeto, que en lugar de Ferreiro puede ser Xiao Varela, Luís Villares o el que corresponda. El latiguillo funciona muy bien; los tuits, y los mareantes lo repiten hasta la saciedad, aunque, por supuesto, mucho menos que su mantra-hit, que es “a xente do común”. Pues bien: el pasado domingo “falou A Coruña”. Suponemos que, para los mareantes, “non falou ben”. Pero el caso es que habló bien claro: la ciudadanía ha venido a confirmar que los resultados de las elecciones generales del pasado junio abrieron en la ciudad, y en Galicia en general, un nuevo ciclo político en el que, resumiendo mucho el análisis, la Marea baja y el PP sube.
El anterior ciclo se había abierto en las elecciones gallegas de 2012, las de la fulgurante irrupción de AGE, caldo de cultivo del que brotaron las mareas, y se cerró en las generales de diciembre de 2015, cuando En Marea tocó techo al sumar más apoyos que Marea Atlántica en las municipales de mayo de 2015.
Feijóo fue Atila hace una semana y arrasó en Galicia y también en A Coruña. No lo decimos nosotros. Lo dice Xulio Ferreiro, quien reconoce “la victoria incontestable” del candidato popular. Algo escocido en la derrota, el alcalde coruñés quiso matizar que En Marea no es lo mismo que Marea Atlántica, como si él no hubiese designado a dedo al candidato a la Xunta, como si su equipo más íntimo no hubiese participado en la campaña de En Marea, como si no se hubiese recorrido el país pidiendo el voto para su amigo Luís Villares o como si la ciudadanía, que no es tonta, no se hubiese dado cuenta que la campaña de En Marea 2016 calcó –en estilo, en consignas, en espíritu– la de la Marea Atlántica en 2015. En resumen: no es lo mismo En Marea que Marea Atlántica como no es lo mismo la Coca-Cola light que la Coca-Cola clásica.
La victoria incontestable de Feijóo resultó aún más dolorosa para Marea Atlántica porque se quedó sin representación en San Caetano. Su candidato Xan Xove iba de número 7 en la lista por la provincia de A Coruña, y en Marea solo obtuvo 5 actas, que fueron para Antón Sánchez (Anova), Luca Chao (críticos de Podemos), Xosé Manuel Lago (EU), Magdalena Barahona (Podemos oficial) y Pancho Casal (críticos de Podemos).
Pero lo que más ha dolido a los mareantes, mucho más que la victoria de Feijóo o que Xove no pille sillón en Santiago, es su resultado en su feudo natal. Luís Villares puso como ejemplo de gestión a las autoproclamadas “ciudades del cambio”, como lo hizo Pablo Iglesias el pasado junio, y los votantes de esas urbes han dicho a sus alcaldes (Ferreiro, Noriega y Suárez) que su crédito como gestores sigue bajando. Traduciendo el resultado electoral de A Coruña al lenguaje de Marea, ese partido que presume de representar al 99%, en la ciudad solo hay a día de hoy un 24% de “xente” y un 43% de “ignorantes” que votaron al PP, por utilizar la expresión de un diputado mareante (que sabiamente ha sabido rectificar). Aunque la tríada mareante lo quiera negar, es evidente que la acción (más bien la inacción) de esos gobiernos locales ha influido en los votantes a la hora de decidir la papeleta.
Otra de las clásicas expresiones mareantes es “isto non hai quen o pare”. Las dos últimas elecciones confirman que así es: todo indica que su caída no hay quien la pare. Es evidente que no se esperaban este escenario de temprano desgaste: muy seguros de sí mismos, en sus 15 meses de mandato han estado más pendientes de guerrear que de gestionar, y ahora se ven sin balas en la recámara para invertir la tendencia, al menos de inmediato. No hay –al menos no se conoce– ningún gran proyecto de calado en preparación, y son ese tipo de acciones las que tradicionalmente sirven para invertir tendencias de voto. Hablando en plata y como en tiempos del vazquismo: no tienen ningún paseo marítimo en el horizonte. Sin grandes ases en la manga, les queda al menos ejecutar la partida de inversiones del presupuesto. Que esos millones se traduzcan en acciones y obras, y por tanto en empleo y riqueza. El porcentaje de ejecución del presupuesto de este año es pésimo debido a que, entre otras razones, se aprobó muy tarde. En 2017, 2018 y 2019 necesitan un gran ritmo de ejecución, pero para eso precisan al PSOE… De ahí el acercamiento de la última semana.
Ya dijimos la pasada semana que el resultado de las autonómicas sería crucial para el futuro de la política local. Ya ha empezado a serlo. Dos días después del recuento de votos, y consciente de que se le habían evaporado 16.002 papeletas en nueve meses, Marea se bajó de la soberbia y cambió el tono con el PSOE. Por su parte, los socialistas aún tienen que decidir su táctica. Es evidente que algo tienen que hacer: crecieron algo en apoyos en junio, pero la pasada semana bajaron en la ciudad hasta un mínimo histórico. Descartamos por tanto que sigan como hasta ahora, es decir, queriendo pelear contra viento (PP) y Marea, replicando en A Coruña el modelo que aplica en Madrid el hombre que un columnista rebautizó como Pedro del Hortelano. Si Pedro Sánchez es el de el “no es no” al PP, el PSOE coruñés ha sido el del “sí pero no” a Marea. Así que le queda decantarse por ser de verdad un socio preferente de los mareantes o bien pasar a ejercer una oposición contundente al partido que le está arrebatando votos, ese al que auparon al poder a cambio de nada. De esa decisión depende gran parte del futuro económico y político de la ciudad.
Mientras, el PP seguirá en la misma línea: oposición frontal. La ciudadanía está valorando su trabajo en María Pita: ya ha vuelto al nivel de voto que le dio a Negreira la mayoría absoluta en 2011. Los populares son conscientes de que los votantes empezaron el pasado domingo a extender la alfombra para su regreso a María Pita en 2019.

Un 24% de “xente” y un 43% de “ignorantes”

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