Los 160 niños de ReSuena defenderán su “atril” en directo el 18 de diciembre

“Tienes que verlos acicalándolos” cuando toca llevarlos a clase o a una sesión abierta. Por ese gesto paterno, el escenario se democratiza y el programa ReSuena que junta a 160 niños, donde acampan pequeños en riesgo de exclusión social, tiene sentido. El responsable de la iniciativa, Diego Zecharies, habla del estrado como un lugar común, muy distinto al que toma la OSG en días de concierto en los que “todos nos vestimos de pingüinos y parece que allá arriba cogemos un plato volador”. 
Entre el centro cívico Monte Alto y el colegio Alborada de Elviña, 20 profesores afilan el talento de los chavales, que agarran de violín, viola, violonchelo, contrabajo, flauta, contrabajo, flauta, oboe, clarinete, fagot, trompa, trompeta, trombón y percusión con una sección de coristas que le pone voz al asunto. Patrocinado por Abanca, ReSuena no tiene más publicidad que el boca a boca. Los niños son los encargados de soplarle a sus compañeros de pupitre que ir a clases de música está mejor que bien. 
Por eso, cuenta Zecharies, la lista de espera engorda cada vez más. En su cabeza está poder llevar las notas a todos los barrios de la ciudad, pero de momento no hay más cuota de instrumentos en previsión así los 80 que se distribuyen en cada centro se enfrentan a una fecha. El 18 de diciembre entrarán por primera vez en el Palacio de la Ópera a tocar. 
Cuenta el profesor que lo más gratificante es que los alumnos, tanto los que gozan de una buena situación en casa como los que no, tienen el mismo objetivo: defender con dignidad una partitura que les llevará a interpretar clásicos como el “Himno de la Alegría” o la quinta de las sinfonías de Beethoven. También conducirán a la butaca por la magia del cine y la subirán a un barco donde los tripulantes visten parche, “Piratas del Caribe”, para hacer que el auditorio sea “rumoroso” y “verdescente”. 
Afirma que los niños se divierten, nada que ver con la seriedad que se disputa los fines de semana en la temporada de abono: “Lo importante es pasárnoslo bien. Que se den cuenta que tocar a Beethoven puede ser divertido”. 
Diego desea que de aquí a 20 años, una gran masa de niños coruñeses sepan quién es Mozart y no por ver documentales con su peluca al viento, sino por conocer sus partituras de primera mano: “Quiero que sepan lo que es un aplauso y la recompensa de esforzarse”. 
Todas esas cosas “te las da ReSuena”, señala la batuta de la actividad. Todo el tiempo que ellos pasan masticando las obras les confirma que hay algo tan in como el reggaeton: “Que no todo es jugar a la Play Station” y que coger la trompeta “es sinónimo de hacer maravillas”. Y compartirlas, porque la cita del Palacio de la Ópera a las cinco de la tarde no entiende de tornos. Es libre.
Diciembre será también la fecha en la que el convenio caduca, como un fin de curso que esperan tenga prórroga para seguir dándole alimento musical a todos esos pupilos que tienen el apoyo de los padres: “Para que esto funcionase necesitábamos su apoyo y es increíble ver cómo las familias se involucran. Sin ellos sería imposible”. Así es que con la entidad financiera, el sí de los mayores y las ganas de ellos, la receta no puede acabar el 18 más que en levantamiento de silla y ovación. Prolongada. n