“Un libro es empezar una frase y llegar hasta el final sin hacer trampas”

“Un libro es empezar una frase y llegar hasta el final sin hacer trampas”
chirbes participó en el encuentro con autores en la uned javier alborés

Rafael Chirbes no es un profeta. Tampoco un cura que “promete vida eterna”, ni un político que “asegura felicidad en la tierra”. Simplemente escribe sobre lo que ve. Por eso, “Crematorio” no fue una premonición. Solo una exposición de los temas que al valenciano le interesaban y que van en sintonía con un tiempo. El que le ha tocado vivir.

El premio Nacional de la Crítica compartió ayer en alto su pensamiento en un salón de actos de la UNED y dentro de los Encuentros con Autores que organiza el Centro de Formación y Recursos de La Coruña. Con la novela “En la orilla” recién salida del horno, el escritor vuelve a meterse en un pantano, el del momento presente para fabricar “un libro pulpo que toca todos los temas de nuestro tiempo”.

De esta forma, saltan a la palestra el paro, la crisis, la prostitución, el islamismo, el dinero y la ambición de la mano de personajes comunes que colocan sobre la mesa las distintas maneras de ver la realidad. Así es como el lector desgrana el comportamiento del obrero, acecha la visión del empresario y desnuda al especulador.

Chirbes asegura que la historia refleja, en definitiva, “cómo nos vemos en este teatrillo del mundo”. Con protagonistas que se pueden tocar como los que usó en su época Balzac, Galdós o Dos Passos y una desviación del lenguaje que deriva en toque cómico. Su colección de caricaturas ponen en situación. Advierten cómo están las cosas pero no son protagonistas. Es más, el intelectual señala que en el libro no hay trama ni desenlace: “Funciona mucho por digresiones” que la pluma lanza al viento y al igual que en anteriores entregas, el argumento tiene el mismo movimiento que un boomerang: “Vuelve al pasado para regresar al presente y hablar de temas que están vivos”. Al panorama desolador que Rafael presenta en bandeja hay que sumarle el paso del tiempo y el momento en el que el autor se da cuenta de que lo que empezó siendo una broma cuando “cumples 20 y dices ‘pero qué viejo voy’”, es una realidad porque “aparecen las grietas”. Para Chirbes, la vejez “no es ningún postre dulce sino una etapa bastante desagradable”. En este sentido, el escritor reconoce que el ambiente no anima mucho, pero “a mi me gusta llevar la contraria y voy de la depresión a la euforia”.

Para el último volumen, Rafael tensiona las palabras con el objetivo de que el lector no aparque su visión “a pesar de que cuento cosas que no quieren oír”. Su reflexión produce “el mismo desgarro que da el conocer. Te desazona y te quita las amarras”. Para que el barco vaya a un lado y otro del pantano. Y no se quede observando en la orilla.

Como en el resto de su trayectoria, Chirbes cogió el bolígrafo sin un esquema trazado de antemano porque la escritura se encarga de decirle que quite o meta personajes. Dice el veterano que hay algo que le “indica lo que sobra o falta” de un libro que, para el autor, “es empezar una frase y llegar hasta el final sin hacer trampas”. Es por eso que la literatura “es más lo que quitas que lo que añades y mis libros tienen mucho de tono”.

Él se preocupa de que todo circule en la misma dirección. Y se pone al frente. Como si fuera un director de orquesta en un auditorio. Desde ese punto, Rafael maneja todos los elementos a su gusto. En uno y otro contexto pero siempre en presente.

“Un libro es empezar una frase y llegar hasta el final sin hacer trampas”

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