“Todo nos llevó a Blanco Vila”, asegura el sargento que investigó el crimen de Aranga

“Todo nos llevó a Blanco Vila”, asegura el sargento que investigó el crimen de Aranga
Alberto Souto, el acusado a quien Blanco Vila culpa de los asesinatos a. aparicio

 Aunque la investigación en torno a la desaparición de dos hombres en Muros en noviembre de 2008 se abordó desde varios frentes distintos, todos acabaron por confluir en un punto: la vivienda de Cerdelo, Aranga, donde residía con su familia el principal acusado por el crimen. “Todo nos llevó a Blanco Vila”, constató ayer ante el tribunal de la Audiencia que juzga el asesinato y descuartizamiento de aquellas dos personas el sargento del grupo de homicidios de la Guardia Civil que asumió la búsqueda una vez que los agentes de Noia que buscaban a Manuel Ramón Luces y Javier Toledo obtuvieron indicios de que los dos traficantes estaban muertos y de que su último paradero conocido había sido la vivienda de Aranga.

Según este miembro del Instituto Armado, con esas sospechas se comenzó a investigar a los fallecidos y se comprobó que uno de ellos, Javier Toledo, tenía un amplio historial relacionado con el narcotráfico y que en aquella época actuaba como proveedor de José Ramón Blanco Vila “–más conocido por el sobrenombre de Coque–, quien a su vez tenía a varios chicos vendiendo para él a menor escala. “Conociendo las actividades que realizan enmarcamos el asunto en un caso de droga”, señaló, antes de reconocer que la investigación se vio “entorpecida” al mezclarse con otra que se llevaba a cabo “al unísono” sobre Blanco Vila y otros de los hoy acusados como responsables de una serie de robos en viviendas de la comarca coruñesa.

 El sospechoso dijo a los agentes durante el registro:  “Os falta media hora para encontrar lo que buscáis”

 

Registros > Las detenciones de varias de las personas que estos días ocupan el banquillo de la Audiencia se produjeron, de hecho, como resultado de las actuaciones policiales desarrolladas para esclarecer los asaltos, y parte de los registros efectuados en sus viviendas se acordaron dentro de esta misma operación policial.

En una de esas inspecciones aparecieron los restos mortales de los desaparecidos. Fue, como también salió a relucir ayer en la cuarta sesión del juicio, en el sótano de una vivienda unifamiliar de Fonteculler propiedad de la familia de Blanco Vila. En aquella misma jornada se estaba procediendo a la detención de los supuestos autores de los robos y, según declaró ayer otro miembro de la Guardia Civil implicado en la investigación, durante uno de los interrogatorios por los asaltos, una sospechosa señaló de forma espontánea que conocía la existencia de dos cadáveres en casa de Coque.

Comenzaron a buscar en el garaje, en dos sumideros ocultos bajo un sofá, ubicación que coincidía con el testimonio de esta acusada, Ana Belén Fernández, que indicó que los cuerpos se encontraban “debajo de donde ella se sentaba”. “Nos llamó la atención que estuvieran sellados con poliuretano, igual que la puerta de entrada (...) no tenía objeto sellar el acceso a un sótano”, precisó el testigo..

En el registro estaba presente el por entonces detenido, hoy principal acusado, quien, según corroboran varios de los agentes presentes en aquella diligencia, llegó a advertirles: “Os falta media hora para encontrar lo que estáis buscando”. Fue al abrir aquellas arquetas cuando, bajo una capa de escombros y alicatado que según se confirmaría más tarde pertenecía a la casa de Aranga de Blanco Vila, comenzaron a parecer bolsas con restos humanos.

 

Cabina telefónica > Pero las pesquisas del grupo de homicidios de la Guardia Civil no se limitaron a la localización de los desaparecidos, sino también a comprobar la veracidad de las manifestaciones de los detenidos. Entre ellas, la declaración por la que Coque implicaba como autor de los disparos a Alberto Souto, otra de las personas que le delataron.

En una de sus comparecencias ante la jueza que instruyó la causa desde Betanzos, Blanco Vila relató que al verse amenazado por Javier Toledo él mismo llamó a Souto desde una cabina cercana a su casa para pedirle que estuviera con él en casa cuando el traficante llegara a reclamar la deuda.

Pero un estudio de las llamadas constató que la cabina de Montesalgueiro no fue utilizada el día del crimen, según informó ayer al tribunal el sargento de homicidios. Preguntado al respecto, reconoció que la de Montesalgueiro fue la única cabina que se sometió a estudio, pese a que Coque no habló de ninguna en concreto: “Era la más próxima al domicilio, la que había que investigar”.

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