“En la novela soy una cría más de las que andan jugando en la calle”

“En la novela soy una cría más de las que andan jugando en la calle”

Otilia Seijas podría ser perfectamente una de aquellas niñas que saltaban a la comba en la posguerra y que hoy son secundarios de un relato en el que la escritora destapa el silencio. Para que la conciencia hable y se libere de toda la tensión que ella vivió siendo pequeña. En la calle junto a otras. Pero con la sensibilidad propia de un escritor que todo lo percibe. Que escucha.

“Los amigos lejanos” (Hércules de Ediciones) es un libro realista o esa es al menos la intención de la autora, que hace un homenaje a todos los amigos que le ayudaron a combatir la amargura de aquella época y que muchos ya no están. En un momento en el que la gente compraba pan reseso y se dedicaba al extraperlo para sobrevivir.

La acción transcurre en el barrio humilde de una ciudad gallega. Cualquiera, porque el hambre fue igual aquí o allá y las historias también. Cuenta Otilia que jugando todo el día en la calle, ella se enteraba de las cosas que estaban pasando. Aún así, fue una etapa inolvidable en la que se hizo con los mejores aliados.

Los que dan sin recibir y estuvieron ahí para apoyarla en momentos muy duros. La profesora lamenta que hoy en día, las niñas se pinten los labios con doce años porque la infancia es algo irrepetible que se debiera estirar hasta el máximo. En la suya, apenas existieron ilusiones porque cuando no se tiene nada lo único en que se piensa es en cubrir las primeras necesidades.

En este sentido, cree que el país está lejos de aquello a pesar de la crisis. Porque Otilia recuerda la posguerra como un período sin esperanza ni libertad. Por eso, no quiere dejar a nadie fuera del barco. La novela sube a todos los que la acompañaron porque todos fueron auténticos héroes en medio de un mundo hostil.

Dice la autora lucense que su marido le comentó una vez que lo leyó que lo peor era que tenía muchos personajes. Sin embargo, Seijas opina que la magia está precisamente en eso. En que no hay protagonistas porque son todos protagonistas. Y cada uno de los que aparece no es más que el resto. Después está la inquietud, que se respira en las páginas y que hace, dice la escritora, que “te enganche porque produce cierta perturbación”.

Es así como su novena publicación provoca saltos en el vacío. Paréntesis que el lector tiene que rellenar. En este aspecto, Otilia opta por no ofrecer textos masticados y que uno se imagine lo que quiera.

La novelista asegura que esta es la mejor de su trayectoria. Lo decía en la presentación, que tuvo lugar en la Fundación Rodríguez Iglesias. Acompañada de amigos. Una idea que le rondaba desde hace tiempo en la cabeza y que hoy tiene tapas. Para que la gente que no lo vivió, sepa de aquella época. En la que todos hablaban en silencio.

 

“En la novela soy una cría más de las que andan jugando en la calle”

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