“El botellódromo es una opción que no podemos ni contemplar”

“El botellódromo es una opción que no podemos ni contemplar”

E l Ayuntamiento ha anunciado recientemente su hoja de ruta para abordar el botellón, un fenómeno que siempre ha estado en el punto de mira de los vecinos. Tras ocho meses de gobierno, los populares consideran que están preparados para dar un paso más, sobre todo después de haber diseñado la entrada en servicio de la Policía de Barrio.

—¿Tan importante es?

—Es un proyecto absolutamente fundamental. No para este gobierno, sino para los ciudadanos en general. Hubo una época en que lo hizo la Policía Nacional y lo hizo bien. Es bueno que nosotros cojamos el testigo. Creo que la Policía Local tiene mejor perfil.

“Gobernar no consiste en ser un ‘tío enrollado’,      sino en tomar decisiones aunque no sean populares”

—¿Y por qué han tardado tanto en ponerlo en marcha?

—Hemos reactivado la Junta Local de Seguridad. Nos ha llevado tiempo y esfuerzo reorganizar la Policía Local. Hemos estudiado la tarea de cada agente: el alcalde renuncia a los escoltas que tenía el anterior, los policías de señalización vial se ponen a hacer patrullas en la calle....

—...Los de la grúa.

—Los de la grúa también. Con esto hemos conseguido 10 patrullas más: todos los días habrá 10 coches patrulla, 8 patrullas de moto y otras 10 a pie. Hemos hecho un estudio socio-policial de cada barrio para hacer el despliegue. El primero será a finales de este mes y principios del siguiente, el segundo en septiembre y el último, en 2013.

—¿Y ese estudio que conclusiones arroja?

—Es una radiografía de cada barrio: por poner un ejemplo, Os Mallos necesita patrullas a pie, pero A Zapateira precisa motoristas o radiopatrullas. En general, A Coruña es una ciudad razonablemente segura. En 2002 hubo 9.900 delitos y faltas y en 2011 bajó a 8.300. Pero lo que va a permitir la Policía Local es que bajen esos pequeños hurtos que dan sensación de inseguridad.

—Muchos expertos en seguridad señalan que la Policía de Barrio es más una herramienta de relaciones públicas.

—Pero a nuestro despliegue hay que superponer el de la Nacional que también actúa en cuatro zonas. Hubo discusiones en su día, pero eso ya es el pasado, hemos tomado ese testigo y creo que la Policía Local tiene un papel definido como Policía de Barrio.

—Sobre una ciudad tan segura como A Coruña, siempre planea la sombra del botellón. ¿Hay una solución?

—No voy a entrar en adivinanzas. Lo que habrá que hacer es ponernos todos de acuerdo (representantes vecinales, el sector sanitario, padres, políticos...) y abordar el tema del consumo de alcohol a menores, porque si todos entendemos que los menores no pueden beber alcohol en un local de hostelería no parece razonable que lo hagan en la vía pública.

—Pero la mayor parte de los participantes en el botellón son universitarios; mayores de edad.

—Son impresiones, pero las estadísticas no dicen eso. Lo que dicen es que en determinados días de la semana hay un porcentaje bastante significativo, del orden del 30%, de menores. Entonces, si entendemos que un menor no pude beber alcohol, entre todos tendremos que tomar una decisión.

—¿Y cuando se va a aplicar?

—Más pronto que tarde. Esta semana ya se está empezando a trabajar para determinar qué sectores serán necesarios para tomar parte en el proceso de diálogo. Respecto al botellón, como problema genérico, considero que debería haber una normativa estatal que lo regule, como ocurre en algunos países nórdicos.

—¿Y un botellódromo solo para adultos?

—Me parece una opción que no podemos ni contemplar. La administración no puede bendecir un espacio oficial donde hay unas personas que ingieren alcohol en cantidades masivas. Sé que en otros sitios se hace pero aquí no me parece razonable un espacio tutelado para eso. Y no podemos hacer cosas diferentes en cada ayuntamiento.

—¿Qué quiere decir?

—Que tenemos que tomar una decisión como país. No puede ser que se haga en un ayuntamiento y en otro no. No me parece serio hacer que cada uno tome una decisión en esta materia.

—Se busca el consenso, pero ¿lo asumirán los adolescentes que participan del botellón?

—Yo ya no pido consenso, pido un diálogo. Entre todos decidiremos lo que hacemos, qué programas educacionales tenemos que hacer y cómo podemos cambiar sanciones por programas sociales.

—¿Y después?

—Y después, hacer cumplir lo que se haya determinado. Gobernar no consiste en ser “un tío enrollado”. Consiste en tomar decisiones aunque no sean demasiado populares.

“El botellódromo es una opción que no podemos ni contemplar”

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