Una vida parecida a la que teníamos

Una vida parecida a la que teníamos
Unos niños con sus mascarillas | aec

Los españoles ya no tenemos que llevar la mascarilla por la calle. Es cierto que en determinados puntos, donde la concentración de gente lo recomiende, lo normal sería que la siguiéramos usando, pero habrá quien se resista, como lo hacía hasta ahora. Y si a eso le sumamos que desde el fin de semana la hostelería gallega ya no tendrá ningún tipo de restricción horaria, la verdad es que esa nueva normalidad que Sánchez nos anunció hace año y medio y luego un montón de veces más, parece que, esta vez, si está más cerca. Ya hay agoreros que hablan de que vendrán nuevas cepas que nos obligarán a regresar a las prohibiciones pero, ahora mismo, la gran mayoría de los ciudadanos a lo único que aspira es a intentar que su vida actual se parezca, aunque sea un poco, a la que tenían antes de que nos hablaran del coronavirus y todos, de repente, fuéramos capaces de localizar en un mapa mundi la localidad china de Wuham. Queda la mascarilla en los recreos, pero por lo visto, hasta parece que los más pequeños se podrán librar de ella en un breve plazo. Lo que ya no será tan fácil es que nos olvidemos del pasaporte covid.

Una vida parecida a la que teníamos

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