Ser entrenador de élite o deportista de primer nivel tiene mucho de mística entre quien lo ve de fuera, pero no parece ser muy bueno para la salud. Ahí está el súper campeón Rafael Nadal con su maltrecho pie que puede que lo retire del tenis y más recientemente el infarto que le dio a Pablo Laso, entrenador del Real Madrid de baloncesto y que lo ha tenido varios días hospitalizado. Ya le han dado el alta y parece que está para otra, pero tendrá que bajar el listón para que no le vuelva a dar otro achuchón. Como los intereses de los clubes ya no son solo deportivos, sino que también económicos, el estrés que sufren no es apto para cardíacos.