El número 134 echa a volar sobre Betanzos

El número 134 echa a volar sobre Betanzos
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No defraudó. El globo de San Roque número 134 de la historia surcó la noche estrellada de Betanzos una hora después de iniciar el proceso. Miles de personas se congregaron para presenciar el momento clave de las fiestas y un año más, la decoración del aerostato estuvo marcada por la actualidad: mundial de fútbol y la corrupción, con Iñaki Urdangarín a la cabeza.
Da igual el lugar de residencia. El que es betanceiro intenta por todos los medios estar el día de San Roque en su ciudad y ver el ascenso del globo.
Una pieza única en el mundo y signo de identidad de la Ciudad de los Caballeros. Momentos antes de que se inicie el hinchado, el silencio impera a los pies de la Torre de Santo Domingo.
Algunos incluso aguantan la respiración. Se palpan los nervios en el ambiente, en un cúmulo de sensaciones que solo el que es de Betanzos entiende. Junto a los vecinos, miles de visitantes comparten la alegría de sus anfitriones y se maravillan ante semejante obra.

Particularidades
El globo de papel más grande del mundo mide nada más y nada menos que casi 25 metros de alto y cincuenta de circunferencia (en su parte más ancha). Una vez que está inflado por completo, puede alcanzar un volumen de 2.300 metros cúbicos.
Claudino Pita fue el ingeniero que creó esta pieza para honrar a San Roque en 1875. Desde entonces, cada 16 de agosto, betanceiros y visitantes se agolpan para ver este espectáculo, que solo se interrumpió durante la Guerra Civil y en 1970, por el enfrentamiento de la familia con la comisión de fiestas .
Desde aquel siglo XIX, los descendientes han echado a volar a  nada más y nada menos que 133 aerostatos. Y es que la pieza de los Pita tuvo un predecesor en 1814, cuando el 29 de mayo los betanceiros celebraron la onomástica de Fernando VII con este peculiar gesto.
La maquinaria elaborada por el “Abuelo Claudino” pesa 140 kilos y para su construcción se emplean cien kilogramos de papel común con los que se elaboran 1.500 pliegos. Para unir cada una de estas arrugas de medio metro cada una, se utilizan 150 kilos de engrudo de harina de centeno. Nada de cola o pegamento sintético, tal y como manda la tradición.
Pero, para que eche a volar, aún hace falta reforzarlo. Para ello, se procede a lo que denominan “encintado”. Para asegurar los cuarterones colocan un galón de arriba abajo de cada uno de los dieciséis cuarterones, para lo que es necesario utilizar 500 metros de cinta de algodón, como bien saben los betanceiros.
Una vez construido el globo y decorado, toca prepararlo todo para que no se quede en tierra. Para hincharlo, utilizan mechas de guata, hilas y gasolina en el último paso del proceso.
Es necesario algo más para que no defraude a sus miles de admiradores. Para completar el combustible utilizan los “pachuzos”, que es paja de centeno impregnada en aceite, y los “chorizos”, papel apretado. n

El número 134 echa a volar sobre Betanzos

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