Etcheverría, el banquero que nunca falló a Betanzos

Etcheverría, el banquero que nunca falló a Betanzos
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Javier Etcheverría de la Muela será Hijo Adoptivo de Betanzos.  El acuerdo, aprobado este jueves en la comisión de nomenclátor, deberá ser refrendado por el pleno, pero a estas alturas nadie duda de su vinculación con la ciudad, de su implicación personal y colaboración institucional con el municipio, tanto con  sus representantes públicos como con las empresas y las familias, “a las que siempre ofreció su ayuda como presidente del Banco Etcheverría”.
Quienes lo conocen llaman la atención sobre su apego a una ciudad cuyo escudo todavía figura en el emblema de la entidad que sus antepasados fundaron en 1717.  Este, “un amor sincero manifestado públicamente en innumerables ocasiones”, y el empeño personal por  que la sede social de Abanca, de la que es presidente, sea Betanzos, son solo dos de los motivos que lo hacen “acreedor del más alto reconocimiento de los betanceiros y de su Concello por la constante dedicación a este ayuntamiento y a su comarca”,  resumen fuentes próximas al alcalde, Ramón García Vázquez.
En 1998, Javier Etcheverría recogió el Garelo Especial concedido al banco, un premio con el que, en aquel momento, el municipio agradecía la contribución de la entidad, pero también de la desaparecida fábrica de curtidos “La Magdalena”, al progreso y desarrollo de Betanzos.  Ahora, dieciséis años después, el consistorio quiere distinguir a la persona, al hijo del exalcalde Etcheverría Naveira, al hombre que, desde 1980, preside el Banco Etcheverría.

Mecenas
Desde el Ayuntamiento de Betanzos destacan la estrecha y firme colaboración de la entidad con la administración municipal, especialmente en la etapa de Javier Etcheverría, “que no dudó en ayudarla siempre que se encontró en momentos de dificultad, posibilitando proyectos empresariales en la ciudad que no recibieron el apoyo de otras entidades; sensible también con la cultura betanceira”, señalan desde el gobierno local de García Vázquez.
Porque don Javier, además de ser capaz de reconocer a un cliente de varias generaciones solo por sus apellidos, fue el mentor del músico más internacional que dio la capital brigantina: Carlos López García-Picos;  la persona que apostó por mantener una obra como el Anuario Brigantino, legado del cronista Vales Villamarín; el fiel copatrocinador de un sinfín de publicaciones promovidas por la institución municipal desde su departamento de Cultura. 

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