Los brigantinos restan importancia a la recuperación de los leones dada la situación crítica de El Pasatiempo

Los brigantinos restan importancia a la recuperación de los leones dada la situación crítica de El Pasatiempo

El anuncio del alcalde, Ramón García Vázquez, de iniciar contactos con el Arzobispado de Oviedo para recuperar los leones de El Pasatiempo ha causado más revuelo en Asturias que en Galicia. Los betanceiros, angustiados por la situación del parque, continúan su campaña para “Salvar el Pasatiempo” y, con casi tres mil apoyos, han empezado a plantear alternativas para, en caso de que la Diputación de A Coruña, acepte colaborar en la rehabilitación del conjunto, garantizar su mantenimiento, principal motivo de preocupación de los residentes después de la experiencia de la intervención realizada en los 90 tras la adquisición del recinto, comprado por el Ayuntamiento de Betanzos a los descendientes de Juan María García Naveira en 1986.
Los años que siguieron a la restauración supusieron un revulsivo, pero también un desembolso importante, que dedicó personal permanente al cuidado del espacio situado en O Carregal. Unos gastos que, con los años, se antojaron “insostenibles” a tenor del estado que presenta en la actualidad el recinto, invadido por la maleza como en su peor etapa después de la Guerra Civil. Y, lo que es todavía más grave, por la basura y los restos de los actos vandálicos registrados en su interior, incluidas las terrazas superiores y las cuevas, convertidas en escenario de todo tipo de tropelías, donde los cristales rotos comparten espacio con plásticos, con cartones y hasta con un colchón, lo que ha colmado la paciencia de centenares de vecinos de Betanzos. Unos vecinos a los que, mientras Cangas de Onís emprende una campaña de recogida de firmas para evitar cualquier posibilidad de traslado de los leones a  su ubicación original, no parece quitarles el sueño la iniciativa de su alcalde, quizá por la crítica situación de El Pasatiempo, quizá porque esta no es la primera vez que se intenta –siempre sin éxito, por cierto– enmendar la decisión de un particular, un nieto de Don Juan, que, en su momento, con todo el derecho sobre la propiedad, y tras ofrecer los leones al Gobierno de Betanzos, los vendió al Santuario de Covadonga.
La ciudadanía, más activa que nunca al respecto de este particular a través de las redes sociales, exige la ansiada restauración,  pero también un plan de mantenimiento a largo plazo para evitar revivir acontecimientos, para preservar el legado de quienes no dudaron en invertir su fortuna en “su” Betanzos.

Los brigantinos restan importancia a la recuperación de los leones dada la situación crítica de El Pasatiempo

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