BETANZOS - La campaña vecinal para “Salvar El Pasatiempo” supera las 3.000 adhesiones y valora salir a la calle

Están dispuestos a acudir donde sea necesario y, para empezar, han movilizado a más de 3.000 internaturas “Salvar el Parque de El Pasatiempo”. Los promotores de la campaña emprendida hace dos meses en la plataforma change.org valoran ahora la posibilidad de “sacar” su iniciativa a la calle con la intención de llegar a aquellas personas que no son usuarios habituales de las redes y sumar el máximo de apoyos con los que presionar a la Xunta, la Diputación de A Coruña y el Ayuntamiento de Betanzos.
La primera demanda de estos ciudadanos no es otra que la limpieza y el acondicionamiento del  parque, independientemente de su compromiso con el plan expuesto por el Gobierno de García  Vázquez a la institución provincial para acometer obras de rehabilitación valoradas en más de un millón de euros en el área histórica de El Pasatiempo.
“Es necesaria la aprobación inmediata, por parte de las autoridades municipales y/o autonómicas, de un plan de acondicionamiento que devuelva al recinto el aspecto alcanzado tras las mejoras realizadas en los 90”, recoge el documento de adhesión que, con las firmas, remitirán a la Xunta y al Gobierno de Betanzos. Porque “su mantenimiento, equipamiento y difusión han de ocupar el primer plano de las prioridades políticas municipales” y porque “urge poner fin al incomprensible estado de abandono y a la constante negligencia que se comete continuamente en el parque” promovido por los hermanos Juan y Jesús García Naveira.

OBJETIVOS
La restauración y, sobre todo, su posterior mantenimiento, son la única manera de garantizar su futuro y de respetar los objetivos de sus impulsores: disfrute estético, fin didáctico, reclamo turístico y labor social por y para Betanzos. Las premisas con las que en 1893, el menor de los García Naveira empieza a desarrollar en O Carregal un área de recreo a la manera de los grandes jardines del XVIII y XIX siguiendo criterios establecidos por hitos de promoción pública como el Central Park de Manhattan. 
La principal diferencia, aunque no la única, está en que detrás de El Pasatiempo no había instituciones, sino la iniciativa privada y la voluntad de un indiano que había hecho fortuna en Argentina. Un éxito sin precedentes que, un siglo después, sigue siendo el orgullo de los betanceiros, que no han dudado en emprender campañas como esta por su recuperación ni en denunciar públicamente su abandono, en reclamar una solución para “la vegetación espontánea acechando muros y esculturas, aguas turbias y emponzoñadas en los estanques, zonas usadas como escombreras, abandono de las estructuras metálicas de nueva planta dispuestas en la última terraza, oxidación y putrefacción de elementos muebles” en que se ha convertido El Pasatiempo. n