Reportaje | Un gato callejero que entiende de emociones

Reportaje | Un gato callejero que entiende de emociones
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Lo que empezó siendo un “ a ver qué pasa”, es hoy un modus vivendi para un poeta de nombre Abel, que se peina la calle Real y Pescadería en busca de adeptos al género lírico. Enrolla sus creaciones y las condecora con lacito y con ellas pisa el asfalto de una ciudad y de otra porque cuando se junta con su compañía Esbardalle, los poemas y el teatro viajan en un espectáculo global. Hace un mes estuvieron en la Fundación Seoane y ya actuaron en el festival Vibra Balboa, en Silleda o A Insumisa. Cuenta que todo lo que ganan, va a un bote colectivo y se traduce en un libro o en nuevas propuestas escénicas. El arte se retroalimenta y “no nos faltan sitios a los que ir”. 

Abel García Pantín reparte versos solo y acompañado. En bares, cafés y centros cívicos. Si no está, una especie de dispensador le sustituye. Entonces, uno mete la mano en un bol, situado preferentemente en la barra, y saca una composición. Este mecanismo funciona a diario en El Café Hispano, El café de  Macondo, El Universal, O Fiandón y O Reventón. Para el que no tiene dinero, el poeta le remite a la web www.laisladelviento.tk, donde se pueden ver los espectáculos programados. 
Los escritos hablan de su vida, de lo que ve y lo que siente, de los tiempos convulsos actuales y del amor: “De las dudas que todos tenemos en la cabeza”. Tiene un total de 17 en circulación, de sus últimos dos años, que va renovando para que no ocurra como con las postalillas y a nadie le toque “repe”. Con la poesía y el grupo Esbardalle, sobrevive: “Me pago mi día a día”. Dice que donde más demandan poesía es en la plaza de Lugo, cuando se coloca en la esquina de Fnac, “no sé si por eso de que los que van, entran a comprar cultura”. En la calle Real también le va bien, nada que ver con Granada, eso sí, donde tienen una forma distinta de entender la vida. 

No tiene móvil y hace uso de la copistería. En breve, presentará en A Taberna un fanzine con Helen Lumpo y el libro “Burbujas de jabón” con el ilustrador Pincho. Son poemas de amor, una poesía –dice– mucho más tranquila que la que se podrá leer en “Desbarre”, donde mete la crítica a jugar. Asegura que la inspiración le viene cuando está muy cargado de emociones que no consigue resolver: “Es la manera de limpiarme y transformar las cosas”. De encontrar respuestas que también le pueden servir a otro. A pie de calle.

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