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sábado | 20 abril | 2024
En A Coruña, es habitual ver gatos callejeros. Lo raro es ver a uno flaco, y la razón es que por toda la ciudad hay comederos de animales, que los amantes de los felinos disponen en cualquier rincón cerca de donde se hallan los gatos. El año pasado, la Patrulla Verde de la Policía Local contabilizó 28 de estos puntos, según las estadísticas municipales. La Concejalía de Medio Ambiente siempre ha advertido de que es contraproducente alimentar a estos animales, porque dificulta la labor de las asociaciones que gestionan las colonias felinas, pero muchos hacen oídos sordos.
Desde el Ayuntamiento, aseguran que la situación está controlada, pero al mismo tiempo reconcen que las campañas de concienciación no han bastado para elimar el problema. Muchas de las personas que se dedican a alimentar a los gatos son gente mayor, solitaria, y resulta difícil hacerles entrar en razón. A la mayoría, la Policía Local les ha advertido en un momento u otro que lo que están haciendo no está permitdo, sin resultado.
Al final, durante el año pasado han tenido que sancionar algo más de una docena de veces a estos amigos de los gatos.
“Es difícil hacerlo porque muchas de estas personas tienen escasos medios, muchos son pensionistas”, señala un agente. Solo los más recalcitrantes reciben la sanción. Por otro lado, fuentes de Medio Ambiente recuerdan que, además de que una comida inapropiada puede enfermar a los felinos, los restos que dejan alimentan también a alimañas, como ratas y gaviotas, por lo que suponen una molestia para controlar su población.
Las asociaciones felinas que cuidan de las colonias consideraban que durante el año pasado, la ciudad ha registrado una explosión demográfica de gatos en sus calles, que alguna de las asociaciones, considera que ha llevado la creación de colonias irregulares por terceras personas.
