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A Coruña

El cómic entra en las consultas de A Coruña

De Mortadelo y Filemón y Zipi y Zape hasta Marvel o DC, pasando por el inacabable mundo del manga, los comics han llenado durante cientos de años miles de hogares, proporcionando entretenimiento, desconexión o, incluso, refugio. También aprendizaje y, por eso, aplicarlo a la medicina no era más que cuestión de tiempo. Aunque muchos profesionales son todavía reacios, Mónica Lalanda, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Gráfica, se dedica a mostrarle a sus compañeros el enorme poder de esta herramienta para hacer una medicina “mejor”. Este jueves fue el turno de 150 profesionales del área sanitaria de A Coruña, que se dieron cita en la I Jornada Divulgativa ‘Otras Formas de Entender la Ética: Cine y Cómic’, celebrada en la Fundación María José Jove.

“Las novelas gráficas van mucho más allá del Mortadelo y Filemón y pueden ser una herramienta muy útil en el mundo de la ética sanitaria. Por ejemplo, una novela creada a partir del sufrimiento de una enfermedad contiene un material impagable para los profesionales sanitarios. En estos cómics no solamente cuentan su historia, sino que muchas veces son críticos con la jerga, con la habitación… Uno entiende su sufrimiento de primera mano”, asegura Lalanda.

Un descubrimiento

El comic se aprovecha de su formato atractivo para narrar “cualquier historia”. “Puedes contar partes muy duras de una forma amable. Muchas veces las novelas gráficas hablan de la muerte, del duelo, de cáncer…”, explica la comunicadora gráfica.

En su caso, el mundo del cómic no es algo que lleve desde siempre en su vida. Aunque dibuja desde pequeña y consumía de joven los míticos tebeos de Zipi y Zape, no fue hasta entrar en un máster de ética médica cuando volvió a descubrir este formato.

“La ética era un tema que me interesaba mucho pero me pareció que el material que nos daban era aburridísimo. Pensé que tenía que haber algo mejor que eso. Y entonces descubrí el ‘graphic medicine’, el movimiento a partir del que nosotros nacemos. Empecé a ver que ya había gente en el mundo que se estaba fijando en los cómics creados por pacientes para aprender lo que estamos haciendo mal e intentar mejorar esa parte humana de lo que hacemos”, cuenta.

Para ella, “todo lo humano está relacionado con la medicina” y no hay “nada más humano que el arte”. “Te permite expresarte de una forma completamente diferente y llegar a una dimensión de ti mismo que de otra forma a lo mejor no llegarías. Al final, resulta muy terapéutico y te sales un poco de la realidad tan dura que vivimos”, asegura Lalanda.

Un prejuicio evidente

Pero al comic todavía lo rodea el prejuicio de muchos médicos, que no se creen que este formato pueda contribuir a hacer una medicina “más humana”. “Es gracioso porque les va cambiando la cara y luego se acercan entusiasmados a felicitarte porque ni sabían que existía”, celebra.

Y es que la medicina, como recuerda Lalanda, va mucho más allá de curar. También significa acompañar, cuidar o consolar. Y esto un comic lo puede mostrar en un solo golpe de vista: “Hay que contar con que hemos perdido la capacidad de atención como sociedad. Pequeñas píldoras coloridas, con mensajes, llegan increíblemente lejos”.