
Para lo que todo el mundo fue una jornada extraordinaria, el sargento del parque de Bomberos de A Grela, Francisco Rodríguez, lo describe como “un poco más activa de lo normal. Fue raro para nosotros también, con la ciudad a oscuras”. En cuanto se fue la luz, y se hizo evidente que no volvería pronto, fue necesaria una cuidadosa organización para atender todas las emergencias. “El teléfono sonaba sin parar. Tuvimos que poner para atenderlo a tres personas”, recuerda.
Había que ordenar todas aquellas solicitudes de ayuda por prioridades, por zonas. Aquello requirió mucha logística. Se montó un puesto de mando que incluía a la concejala de Seguridad Ciudadana, Montserrat Paz, y al director del área, Carlos García Touriñán. Una de las primeras medidas que se adoptó fue reforzar el servicio con gente que tenía el día libre. Se montaron equipos más pequeños adaptados a la situación. “Se trabajó bien y muy rápido”, asegura el sargento.
Había un poco de todo, desde incendios a inundaciones, pero sobre todo gente atrapada en la caja de un ascensor. “Tuvimos que ir a bastantes aperturas de ascensores y extracciones de personas, sobre noventa y pico”, recuerda. Se trata de un servicio que normalmente no prestan los Bomberos, porque son las comunidades las que tienen contratado un servicio de mantenimiento que les permite llamar a un técnico para sacar a las personas atrapadas en la caja del ascensor. “A veces algunas personas tenían fobia y estaban encerradas sin luz. Para nosotros son intervenciones muy sencillas, de las más sencillas que hacemos, pero para el ciudadano se le hace la luz cuando nos ve”, explica. Algunas personas se rompieron por los nervios y se echaron a llorar cuando salieron de la caja tras más de una hora a oscuras.
A lo largo de toda la tarde, hasta la noche, se dedicaron a ayudar a personas impedidas físicamente a subir a sus hogares. Aquello puso a prueba la condición física de los Bomberos. “Imagínate, subir a una persona hasta un cuarto, un quinto, o un séptimo. Fue un trabajo duro subir a personas de cierto peso siete u ocho pisos”, reconoce. Y eso que muchos Bomberos entrenan para participar en los Juegos de Policías y Bomberos subiendo las escaleras de la Torre Hercón con todo el equipo, lo que es toda una proeza física, pero incluso ellos notaron el sobreesfuerzo de la larga jornada.
Generador propio
A medida que la situación se alargaba, en el puesto de mando comenzaron a planear qué hacer. “Nosotros disponemos de un generador de corriente, así que tenemos electricidad siempre. Enseguida se pusieron a debatir qué hacer cuando nos quedáramos sin combustible, que sería a las cuatro de la madrugada”, explica Rodríguez.
A medida que acudían a las emergencias, se encontraban también con empresas que no podían bajar las persianas de sus negocios porque funcionaban con electricidad. A veces se trataba de naves industriales, donde pedían ayuda a los Bomberos, que disponen de un generador portátil. “Pasabas y la gente te decía ‘¿me puedes cerrar la puerta?’”, explica el sargento. Afortunadamente no hubo incendios industriales, lo que sí habría resultado más peligroso y habría requerido de más efectivos.
Donde sí hubo pequeños fuegos fue en los domicilios privados. A partir de la una y media de la madrugada, cuando la corriente eléctrica regresó, se registraron incendios cuando regresó la corriente eléctrica y los electrodomésticos y las cocinas volvieron a funcionar. Entonces las ollas que se habían dejado al fuego comenzaron a quemarse y humear, despertando en muchos casos a los vecinos, que ya habían tenido que soportar bastantes sobresaltos en aquel día.
Pero la conclusión es positiva en lo que se refiere a la respuesta. “Estuvimos desde el minuto uno perfectamente operativos”, insiste Rodríguez. Fue una jornada excepcional, pero no de las más difíciles para estos profesionales de las emergencias.
