Mari Luz R. Chans, afectada por daño cerebral: “Me agaché, sentí un dolor inmenso y mi vida cambió para siempre”

Un aneurisma intracraneal cambió la vida de Mari Luz Rodríguez Chans el 9 de agosto de 2022. Ella lo recuerda como un dolor insoportable que le atravesó la cabeza: “Me agaché y sentí un dolor inmenso. No podía hacer nada”, relata la afectada, que comparte su experiencia coincidiendo con el Día del Daño Cerebral Adquirido (DCA).
Entonces, su marido, Gabriel Vilar, llamó a la ambulancia sin imaginar que aquello era el inicio de una nueva vida para todos. En el Hospital de A Coruña, los médicos confirmaron el diagnóstico: Mari Luz sufría cinco aneurismas cerebrales. “Entramos pensando que era una jaqueca y a las dos de la tarde nos dijeron que iba a quirófano para salvarle la vida”, relata Gabriel.
“Entramos pensando que era una jaqueca y a las dos de la tarde nos dijeron que iba a quirófano para salvarle la vida”
Después de una larga operación, Mariluz pasó casi dos semanas en coma inducido y, contra todo pronóstico, se recuperó, volvió a caminar, a hacer las tareas del hogar, incluso a retomar una vida casi normal. “Era muy activa, movía una cocina de restaurante ella sola”, recuerda su marido.
Sin embargo, unos meses después, una segunda operación —destinada a reconstruir parte del cráneo y tratar los aneurismas restantes—lo cambió todo. “Un maldito 12 de abril de 2023”. Tras más de nueve horas de operación, “salió del quirófano con dos infartos cerebrales, y la explicación que nos dieron es que el cerebro se había ‘defendido’. Desde entonces, Mari Luz quedó en silla de ruedas”, explica, con voz serena pero contundente, Gabriel.
Tras una segunda intervención, salió del quirófano con dos infartos cerebrales y la explicación que nos dieron es que su cerebro se había 'defendido"
Este año volvió a ser intervenida y en el hospital coincidió con una de sus hermanas. “Sí, por desgracia, a la pequeña de las tres le sucedió lo mismo”, relata el marido, que recuerda cómo “en febrero tenía yo a Mari Luz para reconstruir el hueso que aún le faltaba y la hermana estaba en la cama de al lado con un aneurisma”, añade Gabriel.
En la actualidad, Mari Luz tiene reconocida una minusvalía del 95% y una dependencia de grado 3, la máxima que contempla la ley.
“Es dependiente total, incluso para las necesidades más básicas”, cuenta el marido, quien tuvo que reorganizar su vida laboral para convertirse en su cuidador principal. “Trabajo solo tres días a la semana y el resto estoy con ella. Los días que trabajo viene una chica, y cuando no, me encargo yo. Es duro, pero es lo que toca”, dice Gabriel.
A pesar de todo, Mari Luz no se rinde: “He mejorado muchísimo desde que voy a Adaceco”, Allí, en las instalaciones de la asociación coruñesa, a donde va cuatro días a la semana, realiza rehabilitación física y terapia cognitiva. “Me hacen caminar, girar, levantarme y sentarme, y me ayudan mucho psicológicamente”, destaca Mari Luz.
“El trabajo que hacen allí es impresionante y ella solo descansa miércoles, sábados y domingos”, comenta Gabriel.
Con todo, la recuperación física y emocional no ha sido la única lucha y, en sentido, su marido relata un laberinto burocrático para acceder a ayudas y reconocimientos. “Tuve que hacer todos los trámites solo. Nadie te guía. Pedí la dependencia en 2023 y aún estoy esperando la resolución definitiva. Lo único que llegó rápido fue la pensión por gran invalidez”, explica. En este momento, cuentan con una hora diaria de ayuda municipal los días que Gabriel trabaja. “En principio nos daban media hora. Les dije: ‘¿qué puede hacer una persona en media hora?’ Al final aceptaron ampliarlo a una hora. Pero es insuficiente”.
He mejorado muchísimo desde que voy a Adaceco. Me hacen caminar, girar, levantarme y sentarme, y me ayudan mucho psicológicamente”
En estos casos, la verdadera red es la familia. Mariluz y Gabriel tienen un hijo que también forma parte de este engranaje de cuidados. “Cuando yo trabajo el fin de semana, se encarga él. Y si hace falta, incluso mi madre, que tiene 80 años. Esto nos cambió la vida al 100%”, dice Gabriel. A pesar del cansancio, ambos transmiten fortaleza.
“Ellos me dan ánimos”, dice Mari Luz. Su mayor meta, confiesa, es volver a valerse por sí misma: “Eso es lo que más deseo. Poder hacer las cosas de casa”, termina, con toda la ilusión y el compromiso, Mari Luz Rodríguez Chans.
