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A Coruña

Los barrios de A Coruña le dan un 7,25 al nuevo sistema de fiestas del Ayuntamiento

El modelo en el que las asociaciones vecinales se convierten en comisiones de fiestas y gestionan la agenda y la programación supera el notable en su año de implantación

Un grupo de personas pasea por las fiestas de O Ventorrillo, unas de las más multitudinarias
Un grupo de personas pasea por las fiestas de O Ventorrillo, unas de las más multitudinarias
Quintana

El pasado día 17 se cumplió un año desde que Gonzalo Castro, concejal de Cultura y Turismo y responsable del IMCE, entonó una especie de mea culpa y detectó fallos en el modelo de comunicación y financiación de las fiestas de barrio. Fue en una entrevista en este diario, posterior a una reunión en la que se puso de frente al movimiento asociativo, enfurecido por lo que la inmensa mayoría de miembros consideraban unas fiestas de escasa calidad y muy alejados de lo que estaban acostumbrados. Era una cuestión de ajuste presupuestario, que en el horizonte no tenía visos de mejorar y que obligaba, por ende, a un cambio en la relación entre el Ayuntamiento, los vecinos y los festejos. Hoy, exactamente un año después, la situación ha cambiado radicalmente y ese nuevo modelo que defendió a capa y espada en hasta tres reuniones más o menos complicadas logra una valoración que ya quisiera para sí cualquier iniciativa política: un 7,25 sobre 10. Notable.

Un total de 16 asociaciones, representantes de cada una de las esquinas de la ciudad y con programaciones de todo tipo a lo largo de todo el año, dan su bendición, alaban y hasta retiran sus reticencias iniciales a una fórmula que se resume en: presentar un proyecto, realizar una previsión de gastos, recibir un dinero a partir de unos criterios y realizar la contratación dentro de esos márgenes. Todo ello con el asesoramiento y la colaboración del Gobierno local. Además, tal y como recordó el edil en una de aquellas reuniones, se trata también de ajustar las subvenciones al control que exigen las leyes de transparencia.

O Ventorrillo es un caso paradigmático y, quizás, el más espectacular. Más de 10.000 personas pasaron a lo largo de tres días por las últimas celebraciones de barrio del año. Sin embargo, en muchos barrios se calificó lo vivido en sus días grandes como una vuelta a los viejos tiempos, al encuentro vecinal y a la verbena como muchos anhelaban.

Por otra parte, el concejal de Cultura y Turismo afirma: “El nivel fue, sin lugar a dudas, uno de los mejores que se recuerdan y, en cuanto a la gestión y la tramitación del apoyo municipal, fue eficaz y rápido. En líneas generales, todo fue muy positivo en el impulso y la colaboración del Ayuntamiento en las fiestas de barrio. La asistencia fue muy importante y elevada en todos los barrios”. De las 16 asociaciones vecinales consultadas por este diario, tres de ellas (Mesoiro Viejo, Os Mallos y la Sagrada Familia) consideran que el nuevo modelo municipal para subvencionar las fiestas alcanza la perfección y le dan un 10 sobre 10. Además, Palavea, O Ventorrillo y el Barrio de las Flores optan por el sobre saliente (un 9), mientras que Oza, Gaiteira y Os Castros, se queda en el 8. En la parte opuesta están los suspensos de O Castrillón y Eirís, aunque en ambos casos la calificación es de un 4.

Los que no quisieron

Aunque la búsqueda de cierto consenso requirió de hasta tres reuniones explicativas, que se celebraron entre los meses de octubre y enero, hubo dos asociaciones que decidieron bajarse del barco y renunciar a convertirse en comisiones de fiestas en la práctica: la de Novo Mesoiro y la de San Pedro de Visma. El barrio periférico, no obstante, sí vivió finalmente tres días de celebraciones en la última semana del año, debido a que un inversor privado, de la mano del Ayuntamiento, dio un paso al frente.

Víctor Lamela, presidente de ese grupo díscolo, tiene pensado mantener su postura de cara al próximo año. “El año que viene no sabemos lo que pasará, pero lo que es seguro es que no las vamos a organizar. Va a haber unas elecciones para la asociación vecinal en marzo. El año pasado intentamos crear una comisión y no funcionó finalmente”, anuncia. Por su parte, José Ramón Calvete ya reconoció el pasado mes de agosto que se replanteará ese ‘no’, después de haber sido el único barrio tradicional que se quedó sin sus días de fiestas. “Nada es para siempre y no somos profetas del ‘no’”, comentó en El Ideal Gallego.

Gonzalo Castro, con un notable bajo el brazo y la satisfacción de haber cambiado el escenario en tiempo récord, finaliza: “No vamos a entrar ni a salir en la decisión de asociaciones que son soberanas para decidir si solicitan o no una subvención. No es algo positivo para el barrio que representan, pero cada uno tiene que ser consciente de las decisiones que toma”.