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A Coruña

El crimen de A Coruña se descubrió por el robo de dinero a la nonagenaria

Abel Peña
15/10/2025 22:42
Vista de la avenida de Monelos, frente al número 95, donde tuvo lugar el crimen
Vista de la avenida de Monelos, frente al número 95, donde tuvo lugar el crimen
Patricia G. Fraga

El juzgado de instrucción número 6 de A Coruña mantiene el secreto de sumario sobre el asesinato de C.G.V., de 91 años, vecina de Monelos, a manos presuntamente de la asesina en serie Remedios Sánchez, alias ‘Matayayas’, pero se van confirmando detalles del caso, como el hecho de que fue el robo de parte del dinero lo que despertó las sospechas de la vecina, algo ya adelantado por El Ideal Gallego.

En efecto, Sánchez mató en 2006 en Barcelona a tres ancianas y lo intentó con otras cuatro pero también les robó, hechos por los que todavía estaba cumpliendo condena en el centro penitenciario de Teixeiro. Este hecho pasa desapercibido al lado de las muertes pero es parte del móvil que le impulsa a matar, tanto entonces como ahora.

La familia sabía que había alguien con la nonagenaria porque tenían una cámara de seguridad, o que se había instalado para asegurarse el bienestar de la mujer de avanzada edad. Cuando la familia descubrió que había muerto en su casa, el hecho no parecía ocultar nada más que la tragedia natural de un deceso en una mujer de 91 años. Además, en principio, la muerte natural firmada por el médico del 061 cuando se encontró el cadáver alejaba la posibilidad de un asesinato.

Horas más tarde se les ocurrió visionar las últimas horas de C.G.V. y pudieron comprobar que había tomado un café con una desconocida. Sánchez no era amiga de su víctima, por lo menos no reciente, aunque no ha trascendido si la conoció en otras de sus salidas de la cárcel, cuando disfrutó de anteriores permisos. Algo, por cierto, que también forma parte del modus operandi de la ‘Matayayas’, dado que lo había hecho con varias de sus víctimas en la Ciudad Condal. Todo se repetía paso a paso, hasta el método de la muerte, que fue la asfixia.

Solo cuando se comprobó la ausencia de dinero en metálico se decidieron las autoridades a iniciar una investigación a fondo, alertando a la jueza.

Lo hicieron a tiempo de evitar que inhumaran el cadáver, que ya estaba en el tanatorio. La autopsia reveló signos de violencia que se habían pasado por alto y la labor policial, apoyada por las imágenes, permitió identificar a la sospechosa en unas horas. Hay que señalar que los investigadores contaban con una ventaja y es que las huellas de Remedios Sánchez se había conservado cuando se investigaron sus crímenes de 2006, de manera que no fue necesario más que pedir a los Mossos d’Esquadra la información. Tampoco fue difícil encontrar más huella en la taza de café que había tomado antes de asfixiar a su víctima. Al cotejarlas, la coincidencia resultó ser exacta.

La Brigada Judicial actuó rápidamente a medida que encajaban cada pieza en su sitio. Sin duda, fue necesaria diligencia y algunas dosis de instinto policial para llegar al fondo tan rápidamente, pero hay que decir que Sánchez no había tomado ninguna precaución para no ser reconocida, como ocultar el rostro.

Detenerla fue lo más fácil de todo, porque la ‘Matayayas’, que es natural de Boimorto, había sido trasladada hacía años al centro penitenciario de Teixeiro, donde seguía cumpliendo su condena de 144 años. Tan solo se encontraba de permiso. No era, por cierto, el primero: a pesar de sus tendencias criminales, se había portado de forma ejemplar mientras estuvo en prisión, así que tenía derecho a unos permisos de tres o cuatro días al año, pernocta fuera y luego regresa al módulo de mujeres de Teixeiro.

Fue en su celda donde la encontraron los investigadores, y allí se procedió a una detención en condiciones, como señalan fuentes penitenciarias: se le leyeron los derechos, se le registró (a ella y a su celda) e incluso se la trasladó a la comisaría, para luego devolverla a su celda, donde todavía continúa a día de hoy, a la espera de que se le acuse formalmente y de que se la juzgue de nuevo.

Terror en Barcelona

Ahora, con sus 68 años y aspecto anodino, al que nadie llamaría la atención si se cruzara con ella por la calle, es difícil reconocer en Remedios Sánchez (Boimorto, 1957) a la asesina que provocó el terror durante un mes en Barcelona, durante el que los Mossos d’Squadra desataron una caza de la mujer, mientras que las señoras de avanzada edad echaban el pestillo en las puertas que no abrían a nadie.

Sánchez era cocinera de profesión y había emigrando buscando un futuro mejor en Cataluña. Procede de una familia muy humilde en la que era una más de once hermanos, aunque ahora todos sus parientes se desentienden de ella. Trabajaba en Barcelona en un restaurante gallego, cerca de una comisaría. Tenía un marido y dos niños, y nada parecía indicar que no fuera otra cosa que una mujer normal.

Su matrimonio se rompió y era aficionada a los juegos de azar. Tanto, que se llegó a decir que las muertes las había llevado a cabo para robar a las víctimas y satisfacer su vicio. A principios de 2006, los Mossos d’Esquadra detectaron una serie de robos que, a partir del verano, se convertirían en algo más: crímenes en los que las víctimas eran mujeres mayores que vivían solas. Uno de los colectivos más vulnerables de la sociedad, en los que Sánchez se ensañó como parece que ha vuelto a hacer ahora.

Conmoción en Monelos: “Todos estamos afectadísimos”
“Estamos aquí seis personas y es de eso de lo que estamos hablando”, comenta Carmen Beiroa, de la Asociación de Vecinos de Monelos. La noticia de que una de sus vecinas, una mujer de 91 años de iniciales C.G.V., murió en su domicilio a manos de un asesina en serie se ha convertido en el centro de todas las conversaciones. “En todos lados se habla de eso. La verdad es que fue terrible y la gente está muy afectada”, insiste Beiroa. El hecho de que una mujer de avanzada edad haya sido asfixiada hasta la muerte en su propia casa genera una situación de inseguridad. “Que te maten en tu propia casa y además, cómo fue”, se extiende. El local de la asociación de vecinos está cerrado, pero no le cabe duda de que, cuando abra, la charla girará en torno al homicidio. Está segura. “Estar en el tanatorio y que te vengan a pararlo todo es para que te dé algo”, añade la presidenta vecinal, en referencia a que el cuerpo de la nonagenaria estuvo a punto de ser inhumado pero se detuvo el proceso para poder practicarle la autopsia. Pero, sobre todo, lo que atraviesa a todos es que un acto tan horrible haya tenido como víctima a alguien conocido: “Yo mismo tengo visto a esa mujer”, reconoce. Se ignora cómo consiguió la ‘Matayayas’ ganarse la confianza de la víctima para que le franqueara el acceso a su hogar. Pero la conclusión es evidente. “Lo que dice la gente es que no hay que fiarse de nadie”, dice Carmen Beiroa