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A Coruña

Chiringuitos, chirimbolos e invernaderos: veintitrés años de polémica bajo cubierta

Cada una de las terrazas de María Pita llegó a costar 90.000 euros, lo que se pagaba por un piso en los Rosales

Instalación de las terrazas de María Pita en 2002
Instalación de las terrazas de María Pita en 2002
Archivo El Ideal Gallego

Después de veintitrés años, resulta difícil recordar cómo era la plaza de María Pita antes de que tuviera las terrazas acristaladas. El Ayuntamiento de A Coruña acaba de anunciar que retirará los diseños actuales y colocará otros modelos.

El montaje de las estructuras comenzó en mayo de 2002, con una fuerte oposición tanto por parte de arquitectos –el presidente del colectivo les llamaba chirimbolos – y hosteleros como de los vecinos, que llegaron a calificarlas de adefesio, porque no terminaban de estar convencidos de la imagen que darían a la plaza.

Diseño de Antonio Desmonts

El diseño de los recintos acristalados es del entonces arquitecto municipal Antonio Desmonts. Las estructuras tenían que ser pintadas de blanco y con paredes de cristal, tratando de emular de alguna manera las famosas galerías coruñesas. Las cenefas decorativas de cristal fueron una creación de Gerardo Porto, el mismo artista que se encargó del Millennium. La empresa danesa a Van Tetterode, la misma que hizo los cristales para el obelisco, se encargó también de preparar estas grecas, todas ellas diferentes.

El coste de cada instalación estaba previsto entre los 48.000 y los 60.000 euros pero, finalmente, según los hosteleros, acabarían saliendo por unos 90.000, un dinero por el que entonces se podía comprar un piso de tres habitaciones en el barrio de Los Rosales. Cada una de las cenefas suponía en torno a 6.000 euros.

La idea era decir adiós al plástico y PVC, que afeaban las terrazas, y aprovechar, de paso, para que los negocios de María Pita pudieran atender a sus clientes en las terrazas, lo que significaba duplicar el espacio disponible en sus establecimientos durante todo el año y no solo en verano.

La primera que se instaló fue la del número 15, que entonces ocupaba el restaurante Noray, hoy ya cerrado.

Un error reconocido

El propio Gobierno municipal que colocó las terrazas admitiría, poco tiempo después, que quizá fue un error el diseño “muy mazacotado” y con el remate en forma de pirámide, que no encajaba bien junto a los arcados de María Pita y pensó en convocar un concurso de ideas para reformarlas.

En 2008, Javier Losada intentó cambiarlas y para ello contactó con Alejandro Zaera, que las denominaba chiringuitos, y lo mismo pretendió Carlos Negreira, aunque, por diversos motivos, nunca se hizo y la mayoría de las estructuras permanecieron allí.

En 2009, solo siete años después de haber sido instaladas, el Ayuntamiento retiró la primera de las terrazas acristaladas. Ubicada frente a Puerta Real, estaba sin uso y en estado de abandono. Poco después, desmantelaría otra, en el número siete, y también caería la del número diez. Aunque se suponía que eran estructuras ligeras, hubo que emplearse a fondo para retirarlas. La base, de piedra, hizo que la empresa encargada de retirarlas, tuviese que recurrir al martillo neumático para poder desmontar la estructura. La retirada no fue precisamente barata: sacar cada caseta de María Pita suponía desembolsar 14.000 euros.

De las catorce que se colocaron en un principio, solo once han llegado, algunas mejor conservadas que otras, hasta el día de hoy.