De A Coruña a León en busca de la medicación de su hijo con TDAH: “Era desesperante”
Ana Fernández habla de las consecuencias que tendría que su hijo Roque se quede sin los fármacos y pide que se normalice y comprenda este trastorno tan “estigmatizado”

La medicación para el TDAH vuelve a escasear en A Coruña, una situación que pone de nuevo en alerta a padres como Ana Fernández, usuaria de la Asociación de niños con déficit de atención con/sin hiperactividad (Anhida) en A Coruña, que el año pasado llegó a ir hasta León para conseguir fármacos para su hijo Roque. Situaciones como esta son más comunes de lo que parecen e incluso hay familias que han recurrido a países vecinos, como Francia, asegura esta madre, que confiesa que la situación “era desesperante”.
“No nos quedamos sin medicación porque nos hemos movido mucho. A lo mejor en A Coruña no había, pero en León sí. Esto fue a base de preguntar farmacia por farmacia”, lamenta Fernández.
Las consecuencias de que Roque, que ahora tiene 12 años, se quedase sin sus fármacos se notarían, sobre todo, en el rendimiento académico. “Que un niño esté movido en tu casa, pues lo aguantas, pero a nivel tareas es un problema”, explica.
Fernández incide en que “mucha gente no entiende” que el TDAH “no es algo que se pueda controlar”. “Se estigmatiza mucho como el movido de clase y, aunque a mí no me ha pasado, hay colegios donde los ponen al final del aula para que no molesten”, lamenta.
Desde bebé
En el caso de Roque, el TDAH se lo diagnosticaron siendo muy pequeño, con ocho años. Él siempre había sido un niño muy activo. “Se le veía ya de bebé”, pero cuando fue creciendo “cada vez se le notaba más”. Fue en la pandemia cuando empezó a ser muy evidente y era muy difícil que se quedase sentado delante del ordenador siguiendo una clase.
“Que un niño esté movido en tu casa, pues lo aguantas, pero a nivel tareas es un problema. No es algo que se pueda controlar”
“Ahí fue cuando empezó todo. Yo lo comenté con la profesora y me dijeron que era una actitud que habían notado el curso anterior, pero que como era muy pequeño todavía estaban recopilando información”, explica su madre, que no quiso esperar más y lo llevó a un centro de psicopedagogía y logopedia para que le hiciesen las pruebas pertinentes. Allí les dijeron que Roque era un perfil evidente de TDAH y, además de este trastorno, también tiene dislexia y altas capacidades.
El día a día
El diagnóstico no cambió la vida familiar, pero Fernández reconoce que requiere de más tiempo. Primero porque hay que sumar a la rutina de colegio y actividades las terapias y, después, porque las tareas educativas necesitan más tiempo y ayuda para llevarlas a cabo.
“La demanda que requieren estos niños es cansada. No tienes la tranquilidad de decir ‘nos vamos a sentar todos juntos a ver la tele’”, explica. Las terapias y la medicación ayudan, pero también la madurez del propio niño: “Conforme va creciendo ya es más consciente y puede controlarlo más”.
Falta de compresión
Niños como Roque encuentran mucha gente que no les entienden, “incluso familiares”. “Hay que normalizarlo porque muchas veces se trata de ignorancia”, asegura Ana Fernández.
Por ello, recomienda a los padres en su situación acudir a asociaciones como Anhida Coruña: “Allí te pueden ayudar, ya no solamente con las terapias, que es muy importante, sino que te orientan sobre cómo hay que tratar a estos niños, que son súper especiales. Es, sencillamente, cuestión de calma y de normalizarlo”.



